domingo, 4 de enero de 2009

La Propiedad de la Nieve de Sierra Nevada
y
los Hombres de la Nieve de Granada: Los Neveros

Perspectiva, desde El Albayzin, de La Alhambra y Sierra Nevada

Mateo Jiménez, cuando se presentó como ‘’hijo de la Alhambra’’ para ser guía de Washington Irving durante su estancia en la Alhambra y que se definía a si mismo como ‘’cristiano viejo sin mancha de moro o judío’’, le decía a Irving que las luces parpadeantes que se veían al anochecer por encima de la sierra, cuando exploraban las colinas de los alrededores de Granada,

‘’eran hogueras encendidas por unos hombres que recogían nieve y hielo. Hacen turnos, unos descansan y se calientan, mientras otros rellenan los serones de las
mulas. Se asientan al pie de la montaña para entrar en Granada antes del amanecer. Por eso, Sierra Nevada, Señor, es un trozo de hielo en mitad de Andalucía; así se mantiene fresca en verano’’.

Washington Irving nos muestra en sus Cuentos de la Alhambra lo que nos ofrece esta Sierra Nevada:

“la fresca vegetación y templados aires de un clima septentrional con el vivificante ardor del sol de los trópicos y el claro azul del cielo del mediodía”

y el poeta José Zorrilla indicaría, cuando llegó a esta zona, para ser coronado en la Alhambra como poeta nacional laureado en 1889,

“ungido por la historia y por la leyenda, donde un sol africano acaricia unas nieves extrañas”.

La luz de Granada “que lo envuelve todo”, en palabras de ese autor, la claridad del invierno, a la que le siguen unos amarillos primaverales, y en las partes altas -donde la primavera es tardía- en junio se llenan de colores sus lomas gracias a la floración de los piornos, contrastan con los carámbanos que cubren la mitad de las lagunas.

De este color hablan todos los que visitan Sierra Nevada. Muchos de ellos intentaban dormir en algunas de sus cumbres para desde ella maravillarse de sus largas puestas de sol y sus afilados amaneceres, al ser en estas el primer sitio donde brilla el sol.

Perspectiva de Sierra Nevada desde la Alhambra

De ahí viene que tradicionalmente a la Sierra Nevada se le conociera como “el Monte del Sol”, para los romanos Mons Solarius y para los árabes Sulayr. Aunque así mismo estos lo llamaban, y así es como se ha mantenido, Monte de Nieve: Yabal al Taly.

El sol y la nieve han sido ancestralmente su definición. Así se expresa en una copla popular que recogió Henríquez de Jorquera en el S. XVII:

“Tres cosas hay en Granada que duran el año entero:
Nieve en Sierra Nevada,
arrebol para la cara
y en la calle Elvira, cieno”


El sol brilla más de 250 días al año y por ello la realidad es que en verano sobreviven pocos neveros, solo algunos que se mantienen escondidos en su cara norte. Porque no debemos olvidar que aunque tenga un paisaje glaciar, esta “sierra nevada” se encuentra al lado de África.

Sobre su regalo de la nieve nos sigue contando Washington Irving:

Postal donde se ve un acarreto de neveros

“Este es el aéreo tesoro de nieve que, derritiéndose en proporción con el aumento de temperatura del estío, deja correr arroyos y riachuelos por todos los valles y gargantas de las Alpujarras, difundiendo vegetación, fertilidad y hermosa verdura de esmeralda por una prolongada cadena de numerosos y encantadores valles”.

1 - La propiedad de la Nieve en Sierra Nevada

''Cerca de Granada, cinco a seis leguas, hay una montaña muy
grande y alta que, por estar siempre con nieve, llaman la
Sierra Nevada, lo cual no es causa de que el invierno sea
muy frío en Granada, por caer a la parte del Mediodía
en la ciudad, y en el verano de bastante fresco por la
continua nieve que conserva, la cual es bebida en los
grandes calores. En dicha montaña, abundante en
muchas yerbas medicinales, y en ella hallaron
el trigo que da tantas espigas''


Andrea Navagiero, escritor y viajero veneciano,
que llegó a Granada el 28 de Mayo de 1.526
hasta el 7 de Diciembre de 1.526

En 1.870 el Estado español hizo una concesión peculiar en la provincia de Granada, mediante la venta de la nieve de Sierra Nevada, otorgando la propiedad exclusiva, en ambas vertientes, por la cantidad de 1225.550 pesetas de oro ‘’sobre toda la nieve que cayese’’.

Diego García del Real, en régimen de monopolio, obtuvo el derecho a extraer y vender toda la nieve de Sierra Nevada. Se hizo mediante una subasta y se reflejó en posterior escritura pública.

Con posterioridad, obtuvieron la propiedad los Sres. Peña Fernández, de cuyos herederos se hizo posterior traslado.

En 1914, José Carrera Peña adquirió la nueva propiedad de la nieve, por la alta cantidad de 30.000 pesetas, de los herederos de los anteriores propietarios y, con posterioridad, doña Francisca Carrera Ramos, recibiría por herencia la propiedad de la nieve sobre nueve suertes en Sierra Nevada.

El Gobierno de Madrid, para la protección de la concesión de este monopolio, emitió diversos edictos que prohibían pisar la nieve o cogerla, siendo la Guardia Civil quien recibiera la encomienda de la vigilancia para que nadie bajase nieve sin licencia a la capital de Granada o a pueblos de La Alpujarra.

Cuando en 1.922 se instaló en Granada la primera fábrica de hielo se marcaría el declive de la extracción de la nieve, el fin del oficio de los neveros que subían por el Camino de los Neveros para extraer durante la noche y bajarla a Granada, donde llegaban antes de amanecer.

Un dato posterior indica que en 1.964 existían en la provincia de Granada 17 fábricas de hielo y en los meses de verano se fabricaban, a diario, 6.000 kilos de hielo y existían 40 fábricas de gaseosa, que producían 10.000 litros al día.

2 - Los Hombres de la Nieve de Granada:
Los Neveros


De los neveros ha quedado el “Camino de los Neveros”, un camino legendario cargado de romanticismo, que arranca desde Granada, cerca de la actual Avenida de Cervantes, hasta llegar a los Contaderos, pasa por la Fuente de Los Neveros, el Purche, las Sabinas, las faldas del Dornajo, llegando hasta la base del Veleta, en la zona de los Peñones de San Francisco. Es un camino de ascenso suave, que discurre por lomas soleadas y abiertas. Transcurrem por tres términos municipales distintos: Granada, Huétor Vega y Monachil.

El Camino de los Neveros constituye la ruta a pie más corta entre los dos vertiente de Sierra Nevada, a través del lugar llamado ‘’Tajos de la Virgen’’, a 3.160 metros de altitud, era el recorrido natural de acceso y paso de los moriscos hacia Granada desde La Alpujarra.

Un acarreto de neveros de Sierra Nevada

El oficio de neveros existía en Granada ya en el siglo XIV, en época musulmana, y era un trabajo estacional, ya que ejercían su labor en la primavera y el verano. Cuentan que la reina Isabel la Católica mandó hacer un acarreo de nieve a Granada, hasta la Alhambra en 1.492.

El recorrido de los neveros que traían la nieve era de uno 50 kmtros. (ida y vuelta) y al grupo de neveros que formaba un porte de nieve se le llamaba ''acarreto''.

Cada acarreto estaba formado por un grupo de 8 a 12 hombres con jáquimas (bestias de carga) que iban precedidas por un mulo o burro con cencerro, que era el guía de la partida.

En Monachil hubo 3 acarretos que subían a la sierra por la ruta del Purche, que era llamada ''La cuerda de los Neveros'', senda que también era utilizada por La Zubia, que tuvo 2 acarretos.

Huetor Vega, con 6 acarretos, era el pueblo que mas nieve bajaba y Pinos Genil tenía un acarreto.

Güejar Sierra tuvo 1 acarreto que subía hasta la nieve desde el pueblo por la vereda de la Estrella y sólo hacia el Camino de los Neveros en el descenso, para luego regresar otra vez al pueblo.

La nieve porteada se llevaba a la calle Varela, en el barrio de San Matías, a la conocida en Granada ‘’Casa de la Nieve’’, en donde se procedía a prensarla, para obtener las barras de hielo, aunque normalmente ya venían desde la sierra envueltas en paja.

Un nevero protege con ramas una carga de nieve para transportar

La nieve era vendida en los hospitales, donde la utilizaban para refrescar el agua o en los alimentos y para granizarla sirviéndola en helados y sorbetes. Se solían hacer unos gorros de nieve para ponérselos a los enfermos en la frente, en la cara o en alguna zona del cuerpo, a fin de obtener alivio en los estados de fiebre o en las dolencias oculares, traumáticas o dentales.

Un nevero porta un bloque de nieve ya prensada y el otro nevero tiene delante una masa para prensar la nieve, que se hacía entre dos tablas que servían de horma.

En la plaza de Bib-Rambla se servían unos refrescos elaborados con agua y nieve rallada a la que se solía añadir algún licor, que hacía así un tipo de sorbetes dulces, así como para el uso en confiterías y tabernas.

Bruno Alcaraz Masáts