martes, 27 de enero de 2009

Dinastías Zirí y Nazarí de Granada

Cuando el Islám se expandió y un ejército formado por árabes, sirios y beréberes llegaba a la península en el 711, existía ya en este lugar un asentamiento judío con dos pequeñas poblaciones: Iliberis (Elvira) en lo que hoy conocemos como Albaicín y Alcazaba, y Garnata, en la colina de enfrente, que era más bien un barrio de Iliberis, coronado por un antecedente de las actuales torres Bermejas, en el barrio de El Realejo.
Los árabes llamaron a este lugar, desde su llegada, Gharnata Al-Yahud (اليهود) (Granada de los judíos) durante los primeros 42 años.

El Reino de Granada fue un Estado andalusí con capital en Granada. Su último rey fue Boabdil quien perdió el reino en favor de los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.

Fueron los zirís quienes en el siglo XI trasladaron la capital de Medina Elvira hasta Medina Garnata, nombre que le fue dado en referencia a la fruta del mismo nombre que abundaba en aquella región.

Historia Antigua


Poblada desde tiempos íberos (siglo VIII a.C) al parecer con nombre Ilturir, tiene contacto con la cultura de Tartesos y con los pueblos Bastetanos. Se conservan restos de murallas defensivas del siglo VI a.C del asentamiento que cambió su nombre por Iliberri, que se mantiene hasta su sumisión a los romanos en 193 a.C. Los romanos la llaman Iliberis.

Edad Media

La ciudad forma parte del Reino Visigodo de Toledo hasta que en el 711, Tarik somete Iliberis. En el 713 Abdelaziz conquista definitivamente el territorio después de sofocar una rebelión. En el 740 hay una rebelión de los beréberes africanos. Tropas sirias acuden a luchar contra ellos. En España consiguen vencer los sirios. Se les otorgan tierras en varios lugares, entre otros en Elvira. En el 756, la población mora se define en el asentamiento de dos núcleos (es la época del Emirato Independiente): el Albayzín y La Alhambra.
Fue un importante centro urbano de Al-Andalus, formó parte del Califato de Córdoba como Madina Ilbira o de Elvira. Con la llegada de los zirís en el siglo XI, se traslada la ciudad desde Medina Elvira —en el llano— hasta Medina Garnata —en las lomas— su primitivo y actual emplazamiento en la ladera del Albayzín.

El último fue Boabdil hasta 1492. Abu 'Abd Allah Muhammad XII de Granada, llamado también Boabdil es el último soberano del Reino de Granada (Granada, 1452 - Fez, 1528), perteneciente a la dinastía nasrí o nazarí. Abu Abd Allah, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdallah o Bu Abdillah, y de ahí el nombre castellano Boabdil, “el Chico” a quien se añadió este epíteto, que no es despectivo ya que equivale al término latino junior o joven, para distinguirlo de su tío Abd Allah "el Viejo" o senior.

En 1491 Boabdil, último rey nazarí, capitula ante los Reyes Católicos y negocia la entrega de Granada el 25 de noviembre, según se recoge en el escrito de Capitulaciones.

Entre otras cosas, se acuerda sobre dicha población musulmana:

- Que no pagarán más tributo a los reyes cristianos que el que pagaban a los moros.
- Que podrán conservar todas sus armas salvo las municiones de pólvora.
- Que se respetará y no se tratara como renegado a ningún cristiano que se haya vuelto moro.
- Que los reyes solo pondrán de gobernantes gente que trate con respeto y amor a los moros y si estos faltasen en algo serían inmediatamente sustituidos y castigados.
- Que tendrán derecho a gestionar su educación y la de sus hijos.
- Que podrán mantener su religión y sus propiedades.

- Que serán juzgados por sus jueces bajo su ley, no llevarán identificación que delaten que son moros como las capas que llevan los judíos.
El cardenal Cisneros, el confesor y consejero de Isabel la Católica, el gran inquisidor, regente de la Corona, que definió a su nombramiento como Arzobispo en Granada que "sería como poner a un gato al cuidado de un palomar".

Cisneros, con exagerado celo, el 22 de Febrero de 1502 efectua la quema pública de libros, tratados y ejemplares de El Corán en la plaza de Bib-Rambla, salvando tan sólo los de carácter científico, médico o de botánica, que hace trasladar al colegio de san Ildefonso, de Alcalá de Henares, en Madrid.

Esta conversión masiva se inicia con diversos sobornos a los representantes de las comunidades musulmanas y la quema de libros; comenzó con los coranes y siguió con la biblioteca de Granada: libros de poesía, matemáticas, ciencia, filosofía, historia, novelas, cuentos, etc. Así se quemaron miles de libros en la plaza de la Bib-Rambla, la más grande de Granada. Pronto el número pasaría del millón de manuscritos quemados.

Después de esto, Cisneros se centro en los llamados 'renegados', categoría que les puso él mismo a los cristianos granadinos convertidos al Islam, o por extensión, a los hijos o nietos de cristianos convertidos al Islam. Cisneros pretendía que estos volviesen a la fe cristiana y quedasen bajo su ley. Muchos mudéjares del Albaicín se vieron estafados por cómo los estaban engañando los cristianos, ya que primero les garantizaron que iban a poder seguir con su religión y después los estaban "convenciendo" para que se convirtieran.

Los mudéjares granadinos comenzaron a pedir la destitución de Cisneros, y como respuesta a estas quejas, Cisneros encarceló a los mudéjares más respetados de Granada, teniéndolos por los instigadores de los revoltosos, y pensando que si estos dejaban de sermonear a la gente, se convertirían al cristianismo.

Toda esta situación insostenible desemboca en 1500 en el levantamiento popular del Albaicín. Este levantamiento se extiende por toda la sierra de las Alpujarras, llegando hasta Almería y Ronda. Contestando los reyes con una fuerte opresión militar de la mano del conde Tendilla.

Después de sofocar los levantamientos, en 1501, Tendilla pidió pasar por cuchillo a todos los moros que habían participado en las revueltas, a lo que el rey Fernando le contestó:

"Cuando vuestro caballo hace alguna desgracia no echáis mano de la espada para matarle, antes le dais una palmada en las ancas, y le echáis la capa sobre los ojos; pues mi voto y el de la Reina es que estos moros se bauticen, y si ellos no fueron cristianos, lo serán sus hijos o sus nietos".


Así es como se llega a la Pragmática de 14 de febrero de 1502, que ordenaba la conversión o expulsión de todos los musulmanes de los reinos de Castilla y Aragón, exceptuando a los varones de menos de catorce años y las niñas menores de doce, antes de abril del citado año.

Esta Pragmática es el más claro quebrantamiento de los compromisos firmados por los Reyes Católicos con el rey Boabdil en las Capitulaciones para la entrega de Granada, en las que los vencedores castellanos y aragoneses garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación de su lengua, religión y costumbres.

Esta reticencia sobre la sinceridad de las convicciones religiosas del morisco perduraría con el paso del tiempo, y queda reflejada perfectamente en la literatura y en escritos de analistas de la época.

En 1566, Felipe II prohibió, aleccionado por Diego de Espinosa, el uso de la lengua árabe, de trajes y ceremonias de origen musulmán. Al tratar de aplicarse este decreto, se produjo la sublevación de las Alpujarras (1568-1571), bajo el mando de Aben Humeya. Dominada la revuelta, los moriscos granadinos fueron deportadas hacia La Mancha y Castilla la Vieja.

A finales del siglo XVI, la población morisca en los reinos peninsulares ascendía a unas 275.000 personas. Se concentraban fundamentalmente en el reino de Valencia en la Corona de Aragón y en la meseta, Extremadura, Murcia y Andalucía en el reino de Castilla. Los moriscos vivían fundamentalmente en el campo, en calidad de vasallos de los señores nobiliarios, en condiciones mucho más duras que las de la población cristiana. Desde la sublevación de las Alpujarras, la predicación se vio acompañada de la represión.

La Inquisición destruyó de forma despiadada sus manifestaciones culturales y comunitarias. Odiados por los cristianos viejos, rechazados por la corona, que veían con inquietud la posibilidad de una nueva sublevación que actuase como una quinta columna de los berberiscos o los turcos y detestados por la Iglesia, que dudaba de la sinceridad de su conversión, los moriscos devinieron en una masa explotada y desarticulada, objeto de toda clase de sospechas.

En varias ocasiones se pensó en decretar su expulsión, pero la medida se pospuso debido a las presiones de la nobleza aragonesa y valenciana, beneficiados de este régimen de semiesclavitud. Finalmente, Felipe III decretó la expulsión en 1609. La expulsión se lleva a cabo hasta el año 1616. En esa fecha, termina la existencia de los moriscos en España. Salen de Valencia 118.000 moriscos, 61.000 de Aragón, 45.000 de Castilla y Extremadura, 16.000 de Murcia y 32.000 de Andalucía.

Las consecuencias fueron graves y afectaron fundamentalmente al reino de Valencia, el cual pierde la cuarta parte de su población, lo que repercutió en la paralización de la agricultura, especialmente la producción de trigo y caña de azúcar. Los grandes señores, perjudicados por la expulsión de un contingente importante de su mano de obra, se contentan con la incorporación de las tierras confiscadas a los moriscos. La burguesía se arruina, puesto que vio suspendida el pago de rentas por los préstamos hechos a los propietarios rurales. Incluso la Inquisición pasa dificultades al dejar de cobrar la gran cantidad de censos que pagaban los moriscos.

El término morisco se impone de manera absoluta a partir de 1570. Antes existía todo un elenco de denominaciones: cristianos nuevos de moro, cristianos nuevos de morisco, simplemente cristianos nuevos o nuevamente convertidos.

Según una extendida leyenda española cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, dado que aparece por primera vez en 1571 en un libelo del arzobispo de Astorga donde se narra cómo al salir de Granada, camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba una colina, hoy llamada el Suspiro del Moro, volvió la cabeza para ver su ciudad por ultima vez y lloró, escuchando de su madre
"llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre".
Granada se convirtió en una de las ciudades más prósperas de Europa. Bajo el reinado de Alhamar se instaló en la actual Alcazaba y se comenzaría a construir el Palacio de La Alhambra (no lo que vemos ahora, porque su aspecto actual se debe a Yusuf I y Mohamed V, siglo XIV).

En el Albayzín vivían los artesanos y la nobleza. La población ocupó la parte mas baja hacia el sur, con grandes industrias, aduanas y la madraza (Universidad religiosa y de enseñanzas coránicas).

En el Realejo vivía el barrio judío. Tenían una base sólida y económica. Estos tenían su barrio granadino en la orilla izquierda del río Darro. Fueron identificados como "Garnata al-Yahud". A la llegada de los Reyes Cristianos lo renombraron al nombre actual de el Realejo. Lo más significativo que tiene el barrio, es el Campo del Príncipe, mandado construir por los Reyes Católicos para el disfrute de las fiestas en honor de su hijo Juan, aunque su vida fue corta y no se pudo celebrar.

Al-Ándalus, que comprendió "desde casi toda la península hasta sólo las provincias de Almería, Málaga y Granada", y algunos territorios limítrofes que formaron el llamado Reino de Granada.

O que "Sólo durante unos pocos siglos su silueta podría confundirse con la de Andalucía", o por otro lado, "la influencia musulmana en la Andalucía actual no es tan amplia como recogen ciertas visiones foráneas (herederas de los prejuicios de ciertos viajeros románticos) y prácticamente se reduce a ciertos elementos en la gastronomía, costumbres o pronunciación, aparte de los monumentos".

Aunque la ciencia demográfica aplicada a la historia y arqueología andaluzas lo desmiente, para algunos "seguramente queden más descendientes de andalusíes en Aragón que en la propia Andalucía".

Inmediatamente después de la entrada de los reyes en Granada, éstos dan la encomienda al arzobispo fray Hernando de Talavera a convertir a los mudéjares por medio de la persuasión a la fe cristiana, para que no se alborotasen, pero la llegada del cardenal Cisneros, con el nombramiento como arzobispo de Granada por designación de la reina Isabel, de la cual era su confesor, altera todo el panorama de respeto existente a las Capitulaciones.

Para evitar el exilio, la mayoría de musulmanes optaron por la conversión al cristianismo. Los mudéjares de toda España tuvieron que ir a las iglesias a bautizarse. Se les preguntaba qué nombre querían tener, y si alguno no entendía bien el castellano, cosa que pasaba sobre todo en el antiguo reino de Granada, o no se le ocurría ningún nombre, se le ponía Fernando si era hombre e Isabel si era mujer.
La conversión fue general en todas partes. A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejaron oficialmente de serlo, ya que estaban bautizados y se les llama moriscos, expresión que en esta época tenía un matiz claramente peyorativo.
Durante el reinado de Carlos V, gracias al apoyo que los moriscos prestaron al rey y a sustanciosos donativos, la corona adoptó una posición flexible con los moriscos y les permitió que conservaran sus usos y costumbres en lo que no estuviese referido a la religión). De esta forma, los moriscos se mantuvieron como una comunidad propia sin integrarse en la sociedad española de su tiempo.
Sin embargo, con la llegada al trono de Felipe II, la conversión forzada de los antiguos musulmanes y, sobre todo, el miedo a nuevas sublevaciones, hizo que muy pronto se dudara de la sinceridad de su fe y que se convirtieran en las víctimas preferidas de la Inquisición, todo ello en medio de un clima de exclusión de cualquier tipo de heterodoxia o disidencia o fin de hacer frente a infieles y protestantes.


En 1010, destrucción de la ciudad que ya se conoce como Garnata. Sucede un periodo de continuas guerras civiles por alcanzar el trono. En 1013, llegada de la dinastía de los zirís, fundada por Zawi ben Zirí, procedente de África. Continúan las guerras por alcanzar el poder. En 1035 es ya un Reino de Taifas.

En Granada la mayoría son beréberes. Después viene la dominación de los almorávides y hay muchas luchas internas. A pesar de ello, el desarrollo continúa. En 1146 llaman en su ayuda y para la lucha contra los reinos cristianos, a los almohades. Granada sigue desarrollándose en buena medida.

La batalla de Las Navas de Tolosa significa un desastre para los almohades y como consecuencia se desarrolla una gran anarquía. Hasta que en el año 1232 entra en Granada por la Puerta de Elvira y para ocupar el Palacio del Gallo del Viento (antigua casa real), Mohamed ibn Yusuf ibn Nâzar (o Nasr), llamado Alhamar (el Rojo, porque tenía la barba pelirroja). Funda la dinastía Nazarí y el Reino de Granada.
Hubo 6 sultanes de la dinastía zirí y 22 sultanes de esta dinastía nazarí.
  • Los 6 Sultanes de la dinastía Zirí:
    Z
    awi ben Ziri (1013-1019)
    Buluguin ben Zawi (1019)
    Habús Maksan (1019-1038)
    Badis Habús (1038-1071)
    Buluguin Badis
    Abdala Buluguin (1071-1090)


    Los 22 Sultanes de la dinastía Nazarí:

    Mohamed I 'Alhamar' (1237-1273)
    Mohamed II (1273-1302)
    Mohamed III (1302-1309)
    Nasr (1309-1314)
    Ismail I (1314-1325)
    Mohamed IV (1325-1333)
    Yusuf I (sultán de Granada) (1333-1354)
    Mohamed V (1354-1359 y 1362-1391)
    Ismail II (1359-1360)
    Mohamed VI (1360-1362)
    Yusuf II (1391-1392)
    Mohamed VII (1392-1408)
    Yusuf III (1408-1417)
    Mohamed VIII (1417-1419 y 1427-1429)
    Mohamed IX (1419-1427, 1429-1431, 1432-1445 y 1447-1453)
    Yusuf IV (1431-1432)
    Mohamed X (1445 y 1446-1447)
    Yusuf V (1445-1446 y 1462)
    Mohamed XI (1453-1454)
    Sad (1454-1462 y 1462-1464)
    Abú l-Hasa «Alí Muley Hacén» (1464-1482 y 1483-1485)
    Abú Abd Alá «Boabdil» (1482-1483 y 1486-1492)
Bruno Alcaraz Masáts
Artículo publicado por la revista del Consejo de Estudios del Reino de Aragón - Nº 196 - Mayo de 2000