Cuentan que Morayma, esposa de Boabdil, mandó llamar un día a la Corte de la Alhambra a un astrólogo, de nombre Ben-Maj-Kulmut, figura muy respetada entre los nazaritas, al cual consultó en secreto sobre el horóscopo del rey Boabdil. El anciano astrólogo consultó el curso de las estrellas y le contestó:
"Mi Señora, los signos de las estrellas del Cielo de su signo indican que el último rey nazarí vivirá mucho para padecer mucho".
Abu 'Abd Allāh fue el último rey de Granada con el nombre de Muhammad XI, llamado por los cristianos Boabdil (Granada, 1452 - Fez, 1528), y llamado El Zogoybi (El Desdichado) por los musulmanes, perteneciente a la dinastía nasrí o nazarí, quitó el trono a su padre Muley Hacén y durante un tiempo estuvo en disputa por este tanto con él como con su tío, el Zagal.
Abu 'Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah, pero le llamaban Bu Abdi-Lih y de ahí el nombre castellano Boabdil, a quien se añadió "el Chico", epíteto que equivale al latino junior, para distinguirlo de su tío Abu 'Abd Allāh "el Viejo" o senior.
Nacido, como hijo de Sultan en la Alhambra, era hijo del rey Muley Hacén y la sultana Aixa, se sublevó en Guadix contra su padre en 1482 y accedió al trono gracias al apoyo del partido de los Abencerrajes y de su propia madre. Fue el juguete de las intrigas palaciegas de su madre y de la favorita de su padre, Zoraya, antes Isabel de Solis. Se aprovechó de la pérdida de la plaza de Alhama, ganada por los cristianos, para destronar a Muley Hacén. Éste, de nombre Abú-l-Hasan Alí, ocupó Zahara y perdió Alhama en 1482. Cedió la capital de Reino a su hijo Boabdil y huyó con su hermano Abu Abd Allah, el Zagal, en el que abdicó en 1485, retirándose enfermo y casi ciego a Mondújar, donde falleció.
Boabdil combatió a su padre y su tío el Zagal, quienes también se consideraban legítimos reyes de Granada, durante una guerra civil en la que fue apresado por los Reyes Católicos.
Su liberación implicó dar a Castilla la parte del reino que gobernaba el Zagal, lo que favoreció la penetración cristiana y la finalización de la guerra el 2 de Enero de 1492 con la entrega de Granada a los Reyes Católicos, tras las Capitulaciones de Santa Fe de 23 de Noviembre de 1491, aceptando las propuestas de Boabdil, se firmaron una Capitulación particular con Boabdil el 25 de Noviembre y otra Capitulación General el 28 de Noviembre de 1492, "pacíficamente y en concordia, realmente y con efecto dentro de sesenta y cinco días primeros siguientes de las fortalezas de la Alhambra, el Alhizan, puertas y torres y se exige obediencia de lealtad y fidelidad".
Los judíos de Granada gozarían de todos los beneficios asegurados a los musulmanes del Reino de Granada.
Boabdil se aseguró la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez en 1493 ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto a su corte de Granada. El plazo acordado 60 días para el abandono y entrega de la Alhambra se adelantó, a petición de Boabdil, para evitar la tensión y el tumulto de Granada ante la entrega pactada de la ciudad.
Los Reyes Católicos, como garantía de su cumplimiento, pidieron la entrega de 600 nazaríes, hijos de los caballeros más destacados del Reino. El 1 de Enero de 1492 los rehenes quedaron en el Real de Santa Fe, bajo la custodia de Don Juan de Robles, alcalde de Jerez. Durante esa noche, el ingeniero Muhammad Palacios, mudéjar aragonés, crea una via de acceso al castillo nazarí, en la zona de Realejo, por detrás de la ciudad, y que hoy es la cuesta del Caidero, y Gutierre de Cárdenas, comendador de León, accede a la Alhambra para asegurar militarmente la fortaleza.
El domingo 2 de Enero de 1492, en el salón de de la torre de Comares, Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí, hacía entrega de las llaves de la fortaleza de la Alhambra a don Gutierre de Cárdenas mientras fray Hernando de Talavera, confesor de la reina y primer arzobispo de Granada, alzaba la cruz en la Alcazaba, en la torre de la Vela, y tomaba posesión de la Alcaldía de La Alhambra don Íñigo López de Mendoça. Se dice que la primera tropa cristiana se encuentra con Boabdil y su séquito en la Puerta de los Siete Suelos
Boabdil, que descendió la colina de la Sabika a lomos de una mula, hasta el morabito o lugar de oración en tiempos musulmanes, cercano al palacio real del Alcazar Genil, (en la actualidad, dicho morabito es la ermita de San Sebastián y es el único de esta clase conservado en Granada) donde le esperaba el Rey Fernando de Aragón para hacer acatamiento y entrega de las llaves de Granada, la capital del Reino de Granada, en un protocolo que se había pactado de antemano, que se inició a las 3 de la tarde, siendo el intérprete de dicho acto Hernando de Baeza, "con las llaves en las manos, encima de un caballo, quísose apear a besar la mano al Rey, y el Rey no le consintió descabalgar del caballo, ni le quiso dar la mano, y el Rey Boabdil le besó en el brazo y le dió las llaves, y dijo:
''Toma, Señor, las llaves de tu ciudad, que yo
y los que estamos dentro, somos tuyos''
(Según las Chronicas de Rodriguez de Ardila)
''Señor, estas son las llaves de vuestra Alhambra
y vuestra ciudad.Id, Señor, y recibidlas''
(Según recogió Gonzalo Fernández de Oviedo)
Desde la Alhambra, se dispararían 3 salvas. Como recuerdo de este acto de la entrega, la catedral de Granada hace sonar a las 3 de la tarde, aún hoy, 3 campanadas. Según recogen las Chronicas de Rodriguez de Ardila, el Papa concedió indulgencia plenaria a quienes en ese momento recen por la conservación del reino y por la paz.
Aunque en el cuadro de Francisco Padilla aparece la figura de Isabel de Castilla, en realidad ésta se encontraba con sus tropas en Armilla, aguardando la llegada del rey Fernando de Aragón y que, junto a la reina Isabel, habían previamente abandonado el luto por la muerte del príncipe Alonso de Portugal, casado con una hija de Isabel.
Boabdil emprendió camino hacia Santa Fe, donde se encontraban los 600 rehenes nazaríes, asi como para abrazar a su hijo que se encontraba cautivo en la fortaleza de Moclín.
Tras la entrega de las llaves, eran liberados de las mazmorras de la alhambra más de 700 soldados presos y cautivos cristianos, que se encontraban casi hambrientos y harapientos.
El Jueves 6 de Enero partiría Boabdil camino de las tahas de La Alpujarra, abandonando la Alhambra por la puerta de los Siete Suelos y los reyes Isabel y Fernando hacían la entrada oficial en la Alhambra, acompañados de su corte y séquito. Boabdil había entregado a los reyes de Castilla y Aragón una Alhambra intacta, recibían una ciudad fortaleza que no había sido destruida, a diferencia de otras posiciones hispanomusulmanas que, asediadas o sitiadas por tropas cristianas, si fueron destruidas.
Los Reyes Católicos hicieron merced a Boabdil por juro de heredad, "para siempre jamás", para él, sus hijos, nietos, biznietos, herederos y sucesores de las villas y lugares de las tahás de Berja, Dalías, Marchena, Boloduy, Luchar, Andarax, Úgijar, Órgiva, Juviles, Ferreira y Poqueira, con todos sus pechos y derechos de sus pueblos, excepto del lugar de Adra, que quedó reservado a los Reyes Católicos.
El Sábado, 8 de Enero, los Reyes Católicos, acompañados de su hijo primogénito Juan y todos los prelados, autoridades y nobleza y de toda la tropa militar, bajaron a la ciudad de Granada donde tomaron posesión, celebrando una misa solemne en la Gran Mezquita de la Medina de Granada, oficiada por el obispo de Abuleri (Ávila), decretando los Reyes que fuera dedicada y consagrada a Dios Creador.
''La Rendición de Granada'' lienzo pintado en 1882
por Francisco Padilla (1848-1921)
es un cuadro historicista que no refleja la realidad
de la entrega de las llaves de Granada el 2 de Enero de 1492
Según una extendida leyenda española, cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, excepto el libelo publicado por el obispo de Astorga a los 75 años de su partida, y que parece ser el origen de dicha leyenda, que narra la partida de Granada, camino de su exilio en Laujar de Andarax, en La Alpujarra almeriense, cuando coronaba una colina, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa:
"Llora como una mujer
lo que no has sabido defender como un hombre".
La llave que Boabdil entregara a los Reyes Católicos
Debido a esta leyenda esa colina recibe aún hoy el nombre del Suspiro del Moro y la carretera Granada - Motril que la atraviesa por su cota más alta recibe, en ese tramo, el nombre de Puerto del Suspiro del Moro.
La historia reconoce, tan sólo, que las últimas lágrimas de Boabdil tal vez serían en Mondújar, en el Valle de Lecrín, donde diera entierro a Morayma, mujer siempre abandonada por las batallas de su esposo y cuyo único momento de felicidad fue cuando se conocieron en Loja y se casó en Granada con Muley Abu-Abdalla-Babdali:
"Allí conoció Boabdil a Morayma, la hija de Aliatar. Cuando volvía de la batalla, que a diario ocurría, sus ojos se encontraban y sus almas se juntaron para siempre.
Al volver el Rey a Granada triunfante y lleno de vida, eligió a Morayma por Sultana, verificándose las bodas reales con pompa y alegría, único momento en su existencia de respiro y felicidad".
El amor de Boabdil hacia su esposa se indica como la causa de la decisión definitiva de abandonar su exilio de Laujar de Andarax cuando ella murió. Nunca más volvería a contraer matrimonio instalado ya en Marruecos, donde se dice que murió en el campo de batalla, aunque también se recoge la historia de que mendigó por la calle de Fez hasta su muerte.
Se desconoce el lugar de su enterramiento.
Relata el Conde de Benalúa:
"Es tradición que Morayma, anegada en lágrimas, vióle partir desde el alto de un torreón de la Alhambra, inmóvil, como la imagen del dolor, y no apartó su vista de aquel ejército hasta que los torbellinos de polvo desaparecieron en el horizonte de la vega".
El relato de la negociación para la capitulación quedó reflejado en un texto del duque de Benalúa:
"Para mayor aflicción, entonces recibieron Morayma y Boabdil carta que el Rey Católico, con su sagacidad, hizo escribir al Príncipe moro (su hijo) que conservaba en rehenes. En esta carta, primero les pintaba las bondades que con él tenían Sus Altezas y su magnanimidad, y luego les decía que conocía su triste situación porque sabía que no querían aceptar los grandes beneficios y amistad con que les brindaban los Reyes de Castilla.
"¡Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mí nunca¡", relata que asolada por el llanto, le indicaba Morayma a Boabdil".
- Armas de Boabdil -
Espada de Oro, empuñadura de la Espada Real y Espada de Plata
La familia real nazarita partió hacia La Alpujarra almeriense un sábado 6 de Enero de 1492.
Vista de Laujar de Andarax, en La Alpujarra de Almería
La marcha se hizo con un ceremonial de tristeza y todo un tesoro material, aunque sin el que más le importaba a Morayma, sus hijos, Yusuf y Ahmed, que permanecieron retenidos por los Reyes Católicos en previsión de un nuevo alzamiento de los partidarios de Boabdil durante un amplio periodo de tiempo. Entre febrero de 1492 y agosto de 1493, a Andarax llegarían, tras varias negociaciones, los dos hijos retenidos en Granada que los Reyes Católicos les devolvieron.
Antes de partir de los palacios nazaríes, y según lo pactado en Santa Fe, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real de la Alhambra, conocido como La Rauda Real, para que sus ascendientes no permanecieran en tierra cristiana. Boabdil trasladó los restos de sus antepasados y les dio nueva sepultura en alguna zona cercana a Mondújar, en donde, camino de Laujar, mandó construir una nueva Rauda Real en sitio tan secreto que hasta la fecha tampoco ha sido averiguado, pese a ser muy investigado, y por tanto, encontrado y sólo un año después volvió Boabdil a desplazarse a dicha Rauda Real para enterrar, junto a las tumbas de los sultanes de la Alhambra, los restos de Morayma.
Castillo de Mondujar, en el Cerro del Castillejo y el lugar donde los arqueólogos tratan un hallazgo que podría ser histórico: un cementerio musulmán que ha aparecido en el trazado de la autovía de Granada - Motril, en Mayo de 2000, con restos que podrían ser de los antepasados del rey Boabdil, el último rey nazarita, trajera de la Rauda Real de la Alhambra, tras la toma de Granada.
La muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil quedó descrita en varios documentos de la zona cristiana, con gran lujo de datos.
Morayma, "el único amor de Boabdil", dado que no se le conoce ningún otro, y como afirma un cronista de la época, "el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro", moría días antes de abandonar La Alpujarra.
Y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, convertida en Rauda Real a la que habían sido trasladados, desde la Alhambra, los restos de 4 de los sultanes: Mohammad II, Yusef I, Yusef lll y Abú Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1.577) de Mondújar.
En una carta de Fernando de Zafra a los Reyes Católicos, fechada el 28 de agosto de 1493, se dice:
"La Reina mujer deste Muley Boabdilí, murió, et creo que aprovechó su muerte para el servicio a Vuestras Altezas, porque su dolencia daba algún embarazo a la partida del Rey: agora queda más libre para lo que ha de facer".
En el Archivo de la Alhambra, legajo 129 que data de 1549, un tal Juan Jusepe de Herrera, vecino de Béznar, declara sobre la conveniencia de reparar y dotar al alcaide la fortaleza de Mondújar. El texto recogido por Manuel Gómez-Moreno afirma:
"Dixo que la dicha fortaleza de Mondújar es muy ymportante para la guarda y seguridad de todas las Alpuxarras y Val de Lecrín porque está en parte de donde puede amparar a el dicho Val de Lecrín y defender la dicha Alpuxarra; como cosa tan ymportante están trasladados al pie de la dicha fortaleza, en una haça que se llama la Rrauda, todos los cuerpos de los rreyes de moros que fueron de Granada al tiempo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde Andarax, después de entregada la çibdad a los señores rreyes católicos, de gloriosa memoria, a enterrar a la dicha Rauda, lo cual es cosa muy notoria e çierta, y la causa del trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y aposento, etc".
El propio Gómez-Moreno deja clara en 1942 la muerte de Morayma, su entierro y la partida de Boabdil, aunque marca dudas sobre quién era en realidad la reina mora en un artículo editado por la revista "Al Andalus":
"En la correspondencia de Fernando de Zafra con los Reyes Católicos consta que, en efecto, la mujer del Rey Chiquito falleció en Andarax poco antes del 28 de agosto de 1493, facilitándose con ello la decisión impuesta de pasar a Berbería toda la familia, que el pobre rey venía dilatando desde febrero y que llegó a realizarse en octubre, dentro aún del plazo convenido. La tal reina dice que se llamaba Moraima y que era hija del alcaide Aliatar, de Loja, el que enseñó a tomar en serio la guerra al Rey Católico.
En contra, Hernando de Baeza pensaba si sería hija de aquel otro rey a quién dió muerte Abulhacen, padre del Chiquito.
A la primera filiación quizá falte autoridad en que apoyarla. La segunda hipótesis resulta menoscabada con afirmar reiteradamente el mismo Baeza que fue Abulhacen quien se casó con la hija del usurpador. Ahora bien, como las crónicas árabes atestiguan que no lo fue de este, sino de su padre Mohamad (VIII) el Zurdo, queda como posible que la hija del usurpador y prima del Rey Chiquito se casase con éste, haciendo buena la presunción de Baeza."
Según consta en la última carta autógrafa de Boabdil conservada en el Archivo de Simancas, fechada ese día 8 de julio de 1493, la decisión de Boabdil de aceptar las definitivas capitulaciones con los Reyes Católicos, y, por tanto también, su decisión de abandonar Laujar de Andarax y encaminarse hacia el exilio en Marruecos, así, siguiendo estas fechas, es posible que Morayma falleciera en julio, y no en Agosto, como recogen otros autores.
Si se acepta este orden de fechas como correcto, es de suponer que Morayma debió de ser enterrada en Laujar de Andarax y posteriormente desenterrada para trasladar sus restos hasta Mondújar, ya que el castillo había sido propiedad de su madre y de ella misma.
Así pues, Boabdil salió de Laujar de Andarax camino de Fez con los restos de su esposa, haciendo una parada en el Castillo de Mondújar para sepultarla junto a los reyes nazaritas en la Rauda Real, teniendo que recorrer más de cien kilómetros por El Alpujarra con los restos de Morayma para después continuar en soledad su andadura camino del puerto por el que tenían que embarcar, según lo pactado.
"Coincidiendo con la marcha de Boabdil en octubre de 1493 se embarcaron un total de 6.320 personas, de las cuales, según el secretario de los Reyes, 1.700 eran de la capital, 230 de algún lugar que no entraba en la capitulación, pues pagaban derechos, y el resto, es decir, 4.350, de la Alpujarra. Parece que la gran mayoría partieron hacia Fez, unos pocos hacia Bujía y sólo 270 salieron de Almuñécar en dirección a Turquía".
Aún hoy se sigue discutiendo sobre el puerto que utilizara Boabdil para su partida al Magreb, ya que no quedó reflejado en documento alguno. Algunos historiadores indican que el Rey Chico partió de su reino desde el puerto de Adra (actual provincia de Almería).
El Conde de Benalúa, afirmó, por el contrario, que Boabdil marchó a Fez por el mismo puerto que utilizara siglos atrás por Abderramán I, para entrar en al-Ándalus, que lo hizo por Almuñécar (provincia de Granada).
El poeta Nizar Kabbani (Damasco, 1923 - Londres, 1998) publicaría, 463 años mas tarde, en su libro "Poemas amorosos árabes" , cuando era funcionario diplomático en la embajada de Siria entre 1962 y 1966, un poema muy entrañable y emotivo en el que habló con Boabdil:
Notas andaluzas - 4
Nunca he querido ser ojal de un traje,
hilo de un traje,
excepto en el Museo del Ejército, de Madrid:
el traje es el de Boabdil y la espada, la suya.
Los turistas circulan sin pararse
ante el traje y la espada,
pero, yo…
Mil razones me ligan a este traje y su dueño.
Y lo mismo que el huérfano se queda contemplando
el juvenil rostro de su padre,
así me quedé yo ante la vitrina cerrada.
Suplicante ante aquellos bordados,
devorando, hilo a hilo, aquel tejido…
Y, con todo,
no me dejó Abú-Abdallah solo en la ciudad.
Porque todas las noches
vistiéndose su manto,
dejaba la vitrina del Museo del Ejército
y se venía conmigo a pasear por la Castellana…
Y me iba enseñando, una a una,
a todas sus herederas andaluzas…
“¿Sabes quién es ésa?...
“No…”
“Pues se llama Nawwar Bent Ammar,
y su padre, Ammar Ben-Ahnaf,
era un hombre virtuoso y hacendado…”
- Y Nawwar palpitaba igual que una paloma,
y se erguía ante nosotros igual que una palmera-
“¿Y por qué no la llamas, Abu-Abdallah?...”
“No te canses, porque no sabe ya cómo se llama…”
“¿Qué dices?...”
“Que no se acuerda ya ni de su nombre…”
“Pero eso es imposible…”
“No… a veces pasa eso…
y ahora se llama Nora Benalamar
en vez de Nawwar Bent Ammar.”
“¡Oh, Nora…, Nora!...”
“¿Qué quiere?...”
“Nada, nada importante…
Que este hombre era amigo de tu padre, allá en Damasco,
Y quería conocerte.”
“¿Amigo de mi padre, y de Damasco?...”
“Si… Mas tú no puedes acordarte,
porque eras muy niña por entonces…”
“Tal vez…”
“Hasta la vista…”
“Buenas noches.”
Escrito en Córdoba, 12 de Agosto de 1955, durante un viaje por Andalucía. Traducción de Pedro Martínez Montávez
Bruno Alcaraz Masáts
Artículo publicado en la Revista Cultural de Los Comuneros de Castilla - Nº 368 - Abril 2005