sábado, 20 de diciembre de 2008

LA LEYENDA DE MAHOMAD
escrita en verso en 1900
por Francisco Valverde y Perales


Francisco Valverde Perales nació en la villa de Baena (Córdoba) el 1 de Octubre de 1848, en el seno de una familia humilde y, como casi todos los grandes hombres de su época, tuvo unos principios duros por el estado político de la España de entonces.

Cursó estudios primarios en Baena y, ya adolescente, marcharía a Córdoba, Sevilla y Cádiz, en donde decidió ingresar con veinte años como voluntario en el Ejército, sentando plaza en Cantabria, entrando en campaña en la batalla de Alcolea, siendo en 1870 fue destinado como Guardia Civil a Cuba, en donde se dice que “defendió heroicamente la enseña española, siendo
condecorado con la Medalla del Mérito Militar”.

Después de varias campañas fue nombrado para la Comandancia de la Guardia Civil de Toledo, en donde se despertaría en él su curiosidad por la Historia, se retiró, con el grado de Comandante, en 1902.

Actual escudo de la villa de Baena

Se retiró a Baena y desarrolló sus aficiones de historiador, arqueólogo y poeta y dadas sus dotes de historiador, investigador y poeta ingresó en la Real Academia de la Historia y perteneció a la Academia de la Historia de San Fernando y sería correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

Posteriormente, le serían concedidos diversos galardones:

Cruz y Placa de San Hermenegildo.
Cruz de Isabel la Católica.
Medalla de Campaña con 8 pasadores.
Premio de la Real Academia al Talento.


Fue nombrado en su villa natal Hijo Ilustre con otorgación de la Medalla de Oro de la Villa de Baena y falleció en 1913.

Fue autor de una generosa bibliografía histórica:


Historia de la villa de Baena.
Batalla de Munda (monografía)
Antiguas ordenanzas de la villa de Baena.
Alelí (obra de teatro)
Soltera (obra de teatro)
Heridas de honra (obra de teatro)
Heridas de honra (Obra de teatro)
Antigüedades y vestigios de Baena.
Antigüedades romanas de Andalucía.

Escribió diversos artículos para las publicaciones científicas de su época, y redactó un curioso libro publicado en 1900 y titulado "Leyendas y Tradiciones de Toledo, Córdoba y Granada", escritas en verso e impreso en Gráficas Cañete, Baena (Córdoba) en 1970, con prólogo de Jose María Pemán y una carta de D. Juan Valera al autor, libro dedicado al Excmo. Sr. Marqués de Guadalerzas, con esta dedicatoria:


A Vd., mi respetable y cariñoso amigo, que tanto ha
contribuido con sus sabios consejos y enseñanzas
ilustrar mi pobre inteligencia, dedico esta
modesta obrita, que si no es acreedora a tal
distinción por su escaso mérito literario
tiene en su favor la benevolencia
de Vd., y la admiración, cariño
y agradecimiento que por Vd.
siente su autor.

Francisco Valverde.

Este libro de leyendas y tradiciones recoge un suceso ocurrido en el año 1300 y que Esteban de Caribay narra en la “Crónica General de España”:

“Durante las guerras de esto años, el rey Mahomad cercó Alcaudete, villa de la Orden de Calatrava, cuyos Caballeros y gentes que dentro se hallaban, no siendo partes para defender, la tomó dentro de pocos días, y con esta victoria, cercando a Baena, donde estaban Alonso Pérez de Saavedra, que tenía el alcázar, y Fernando Alonso de Córdova, hijo de Don Alonso Fernández y Payo Arias, y Juan Martínez de Argote y otros caballeros cordobeses, entró en el pueblo hasta ganar la mitad, de donde estos Caballeros, que de los vecinos del pueblo fueron valientemente ayudados, echaron a los moros, por lo cual el Rey Mahomad dio vuelta a Granada…”


MAHOMAD

I

Apenas las altas torres
de la morisca Granada
coloran sus capiteles
con los reflejos del alba,
cuando el Rey Mahomad II,
que en un overo cabalga,
a largo trote atraviesa
la plaza de Bibarrambla,
de cien alcaldes seguido
que cien pendones levantan
a cuya sombra congregan
diez mil valerosas lanzas.

No de fiestas y torneos
visten artísticas galas
no bonetes que coronen
plumas azules y blancas;
que entre bélicos arreos
bruñidos de cascos irradian,
pesados alfanjes ciñen,
fuertes escudos embrazan
y el pecho llevan cubierto
con finas cotas de malla.

Castilla de despedaza
y apenas si la prudencia
de su buena madre basta
a librar al joven Rey
de traidoras acechanzas;
mientras los bravos caudillos
de las fronterizos plazas
sin socorros y sin gente
huérfanos de su Monarca,
habrán de rendir al peso
de las sarracenas armas
con sus espadas invictas
las fuertes villas que guardan,
dando la vida con ellas
en servicio de la Patria.

¡Allá van! Cual torbellino
los campos queman y talan
de la villa de Alcaudete
cuyas sonoras campanas
tocando al arma coronan
de guerreros las murallas.

Mahomad sus gentes ordena
y el asalto se prepara,
mientras los fuertes cristianos
sobre la cruz de su espada
juran vencer en la lucha
o morir en la demanda.

Nubes de aceradas flechas
cruzan el aire contrarias
y con sorna gritería
por todas partes avanzan
hordas de moros que aplican
a los moros las escalas.

Los valientes caballeros
de la cruz de Calatrava
uno contra diez combaten
con indómita pujanza;
pero se esfuerzan en vano,
que la fortuna voltaría
a los árabes da el rostro
y a los cristianos la espalda.

Ya ganaron las almenas,
ya las duras cimitarras,
de los vencidos que huyen
en roja sangre se bañan.
Entran a saco la villa
y tras horrible matanza
los hombres llevan cautivos
y las mujeres esclavas.

De la torre del castillo
la enseña de la Cruz baja
y sube a ocupar su puesto
la media luna africana.
Cambió de señor la villa;
llegó la noche callada,
y a los horrores del día
sucedió, triste, la calma.

II

Aun no mostraba en Oriente
el sol sus doradas hebras
cuando el poder de un alcalde
el pueblo ganado deja
Mahomad y toma el camino
De la villa de Baena.

Tras breve marcha descubre
la cristiana fortaleza
que como nido de halcones
en la Almedina se asienta,
donde ve lucir señales
que llaman a la defensa.

El atrevido africano
con grave pompa despliega
por la llanura vecina
sus victoriosas enseñas
con belicoso aparato
de cajas y de trompetas.

Los baenenses no desmayan,
y con las gentes de guerra
que desde el castillo envía
el buen Alonso Saavedra,
los vecinos animosos,
aparecen con presteza
del Albayzín en el muro
del arrabal en la puerta,
donde con heróico esfuerzo
vencer o morir esperan.

Feroz es la arremetida
de las tropas agarenas,
sangrienta y breve la lucha,
inútil la resistencia.
La puerta salta en astillas
y en la confusión horrenda
vacilan los defensores
que hasta el Coso se repliegan.

¡Victoria! Gritan los moros
y en el arrabal penetran:
Mahomad ya dueño se juzga
de la codiciada presa
y al Alcázar se dirige,
cuando la hueste rehecha
de los valientes cristianos
con acometida recia,
a la voz de Payo Arias,
de Córdova y de Saavedra
y de Martínez argote
que marchan a la cabeza,
a cuchilladas abate
la media luna soberbia
que humillada y perseguida
deja la villa que incendia.

Tomó Mahomad de Granada,
escarmentado la vuelta;
dos años después moría
y hasta que bajó a la huesa
no se borró en su memoria
el recuerdo de Baena.

A su labor como arqueólogo se debe el hallazgo del Crismón de Baena que, por su singularidad, es atribuido al arte visigodo por unos autores, y considerado por el que fue cronista de Baena, Juan Antonio Bailén, como uno de los últimos eslabones de la cultura romanticista.

El Crismón es una pieza de metal con un anagrama con el nombre de Cristo, de apenas unos 34x25cm.

Según Juan Antonio Bailén "Es una pieza de indudable valor histórico por su representatividad litúrgica y mística”.

Fue hallado en la Villa de Íscar (entre Castro del Río y Baena), donde en el siglo XVII parece ser, según cuenta Valverde y Perales, existía en ese lugar un pequeño poblado con el nombre local de "la aldea". Decía el historiador Francisco Valverde y Perales, que este Crismón de Baena se encontró por unos trabajadores dentro de una tumba de un clérigo del S. VI en el núcleo de Izcár, dentro del término de Baena.

La desaparición del Crismon de Baena fue advertida por D. Juan Torrico Lomeña, en el transcurso de en una visita rutinaria al Museo Arqueológico Nacional, comprobó que faltaba. Desapareció hace 15 años del Museo Arqueológico Nacional, donde se encontraba donado por Francisco Valverde y Perales y donde estaba expuesto.

El diario ABC de Madrid reseñaba el día 9 de julio de 1993:

"Una cruz visigoda, importantísima desde el punto de vista arqueológico, fue robada el pasado día 6 de Julio del Museo Arqueológico Nacional, según reveló el Ministerio de Cultura..."

El diario El País también publicaba el 9 de Julio de 1993:

"El Crismón de Baena, una cruz visigoda de una gran importancia arqueológica, expuesta en el Museo Arqueológico Nacional desde su donación por la villa de Baena, por mediación del arqueólogo e historiador local Francisco Valverde, ha desaparecido de la sala donde figuraba el pasado día 6 de Julio, según ha confirmado a EFE el Ministerio de Cultura..."

Bruno Alcaraz Masáts