domingo, 31 de enero de 2016

Las otras llaves de la Alhambra
que entregó el rey Boabdil

Detalle de grabado de época con las palabras "Semper Clausa"

Una historiadora documenta las viviendas que los cristianos reformaron o levantaron tras tomar la fortaleza granadina en 1492.
 
El viernes 30 de enero de 2009 inserté un post en mi blog que titulé Un rincón de la Alhambra desaparecido, y que describía la desaparición de unas casas en la Alhambra en 1853.
 
Un rincón de la Alhambra desaparecido.
 
 
Fotografía, de autor anónimo, realizada en 1853 desde
la parte posterior de Palacio o Cuarto de los Leones. Esta fotografía inédita
fue publicada por Juan Bustos, Cronista Oficial de la Ciudad de Granada,
en una separata coleccionable del diario Ideal que llevaba por título
"Granada, laberinto de imágenes y recuerdos", y que se editó en 1989.
 
En ella se puede observar el aspecto trasero de la parte sur del Palacio o Cuarto de los Leones, en la zona de la rauda o antiguo cementerio real de la Alhambra, (Rawda, es un término árabe y significa cementerio).
A espaldas del Palacio o Cuarto de los Leones, estaba situado este panteón real donde la familia real enterraba a sus familiares difuntos.
Cuando se realizaron las primeras excavaciones a finales del s. XIX, se encontraron vacías las tumbas pues Boabdil, el último rey nazarita de la Alhambra, de acuerdo a lo estipulado en las Capitulaciones, se llevó los restos de sus antepasados a una zona indeterminada de Mondújar en 1492, una población cercana al valle de Lecrín, en el camino del exilio a Laujar de Andarax, en La Alpujarra.
Hace unos años, en las excavaciones realizadas en 1999-2000 fueron encontrados estos restos de las viviendas.
En la descripción de la fotografía se observa, al fondo a la izquierda la fachada Este del palacio de Carlos V y, al otro lado, a la derecha está la torre almenada y un techo con tejado a 4 aguas del Salón de Embajadores.
Las casas que se observan en primer término son unas viviendas hoy desaparecidas y habitadas hasta finales del siglo XIX, y tras ellas se observa, a la izquierda la torre estrellada del Salón de Abencerrajes y a su lado, a la derecha, la Torre de la Rauda y la zona palaciega que se denomina como el Patio del Harem.
Enfrentada a estas dos torres se haya, hacia la derecha, la Sala de Dos Hermanas y una de las cúpulas de la Sala de los Reyes.
Este Palacio o Cuarto de los Leones era la zona de carácter privado de los reyes nazaríes y fue edificada por mandato de Muhammad V.
Hoy en día, y dado que la edificación del palacio erigido por mandato de Carlos V, destruyó una trama urbana de calles y edificaciones, se supone que por aquí debió de estar el acceso principal hacia la calle Real de la Alhambra.
Bruno Alcaraz Masáts
Las otras llaves de la Alhambra que entregó el rey Boabdil.

La puerta de los Siete Suelos de la Alhambra con un grupo de pequeñas casas detrás,
en un grabado de 1564. EDITORIAL SÍLEX  

 
Artículo publicado por El País el 30/01/2016, escrito por Manuel Morales.
 
Una casa para el artillero Gonzalo de la Luz, otra para el escudero Diego Molina, una vivienda para el barbero y cirujano Juan de Montalbo, otra para el peón y escopetero Juan Barba, casas para María de Medina, criada de la reina; casas para Antón López, copero de la reina… Año 1492, el 2 de enero, Isabel I de Castilla y su esposo, el rey Fernando II de Aragón, entran en la Alhambra, último reducto musulmán en la península Ibérica, y ponen fin a la Reconquista, iniciada en el siglo VIII.
 
Más allá de los muros palaciegos y de la leyenda de las lágrimas del rey Boabdil el Chico tras entregar las llaves de la fortaleza roja, hubo un grupo de cristianos que acompañó a los monarcas y protagonizó el último proceso repoblador en al-Andalus. Una investigación de la historiadora del arte Elena Díez Jorge, de la Universidad de Granada, documenta más de una treintena de casas —hubo más, aunque no se sabe cuantas— que esos cristianos levantaron o reformaron dentro del recinto palatino, un hecho apenas analizado.
"Se han estudiado los palacios de la Alhambra y los espacios que usaron los Reyes Católicos. Es la historia de los poderosos pero hay que completarla con la de la gente común que fue a vivir y a trabajar allí a partir de 1492, y que contribuyó a consolidar la Alhambra como ciudad palatina y barrio avecindado", dice por teléfono Díez, cuyo trabajo se incluye en el libro "La casa medieval en la península Ibérica", un volumen de 725 páginas publicado por la editorial Sílex y que esta profesora ha coordinado junto a Julio Navarro Palazón, investigador de la Escuela de Estudios Árabes de Granada, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
"En las capitulaciones de la guerra de Granada se acordó hasta la puerta de la Alhambra por la que iban a entrar los Reyes Católicos y por la que saldría Boabdil. Los altos cargos de los reyes calcularon que sería bueno que allí vivieran unas 200 personas, quizás manejando una cifra aproximada a la que debió de haber en la época nazarí entre artesanos y servidores", explica Díez.
 
Los nuevos vecinos fueron, al principio, sobre todo soldados que, como se repite en la documentación, repararon las casas porque estaban en mal estado. Sin embargo, la historiadora se muestra cautelosa sobre tal afán reformador:
 
"Declarar que habían tenido gastos por obras era una razón importante para que les dejaran quedarse con la casa". Además de a la soldadesca, Isabel y Fernando concedieron viviendas a personas vinculadas a la corte, y grandes palacios a personajes relevantes como el capitán Álvaro de Luna. De las casas modestas, apenas quedan restos arqueológicos.

Díez revisó en el Archivo General de Simancas (Valladolid), que guarda la documentación de los gobiernos de la monarquía hispana desde 1475 hasta 1834, más de 130 documentos, y trabajó con otros legajos en el archivo histórico de la Alhambra. "Ha sido como unir piezas de un puzle".
Grabado donde se observa el interior de las murallas de la Alhambra con edificaciones.
En Simancas están los libros de cédulas de la Cámara de Castilla. En ellos, se registraron las "mercedes" que otorgaban casas en la Alhambra. "Ahí se especificaban los linderos y la extensión de la vivienda, aunque esas mercedes no obligaban a residir al propietario".
Por eso, hubo dueños que no entraron de inmediato, lo que otros aprovecharon para ocuparlas, eso sí, con el permiso del alcaide de la Alhambra, el todopoderoso conde de Tendilla. Sin embargo, cuando llegaba el propietario, a veces años después, el inquilino no se quería marchar, lo que generó largos pleitos. Un ejemplo es "el del licenciado Guadalupe", al que los reyes concedieron unas casas en diciembre de 1500 pero no las habitó. Poco después, un teniente capitán, Hernando Romero Ponce, obtuvo el permiso para vivir en ellas. La situación se mantuvo hasta que, sesenta años después, un nieto del licenciado Guadalupe reclamó la propiedad. Sin embargo, la justicia declaró "extinto ese derecho", entre otras razones, porque las viviendas se habían "labrado y reparado" y porque la familia del licenciado había "callado por mucho tiempo".
El trabajo de Díez documenta las áreas en las que se arracimaron las nuevas viviendas y describe cómo eran por dentro y su extensión. "En general, eran pequeñas, ya fueran de una o dos plantas".
Pero la posición social pesaba:
Diego Salinas, escribano de cámara de la reina, tenía una casita con una superficie de 4,2 por 5 metros en planta. Minúscula en comparación con la del noble Juan Chacón, un palacio con una planta de 40,5 por 25 metros:
"En las más modestas era importante poder tener un huerto o un corral, y se seguían las normas de la época: sin apenas muebles pesados, sino arcas. Pocas tenían cocina como estancia independiente y fue toda una novedad cuando empezaron a incorporar la chimenea".
Por último, la historiadora incluye los tipos de familias que repoblaron la Alhambra: normalmente, un hombre con su esposa e hijos y, si eran adinerados, residían con el servicio doméstico. Pero hubo otros casos, como el de un padre que vivió con su hijo, un soldado, para curarle de las graves heridas sufridas en la toma de Granada.
Abrir y cerrar puertas para tomar posesión.
La ciudad más bella de occidente al pie del monte Sulayr - Hoefnagel
El estudio de la profesora Elena Díez recoge cómo era la ceremonia por la que los cristianos tomaban posesión oficial de las casas en el recinto de la Alhambra que habían pertenecido a musulmanes y les habían concedido los Reyes Católicos:
"Cogían un puñado de tierra, lo lanzaban y después entraban en la vivienda de la mano de un cargo de la corona. Ya dentro, el nuevo propietario recorría todas las estancias abriendo y cerrando las puertas y contraventanas, en señal de que ese espacio era ahora suyo".
Díez confía en que, en el futuro, su investigación archivística se vea completada con "catas arqueológicas" para conocer más sobre aquellas casas que desaparecieron con los siglos.
Estos trabajos de investigación no impedirían, subraya, el recorrido turístico de un monumento que visitaron 2,4 millones de personas en 2014.