Los monfíes del Reino de Granada.
El bandolerismo morisco
en los siglos XVI y XVII
Portada de la novela ''Los Monfíes de la Alpujarra'' de Manuel Fernández y González, publicado en Madrid en 1859 |
El escritor Richard Ford, en su viaje por España entre 1.830 y 1.833, escribió:
“una olla sin tocino es tan insípida como un libro sobre España sin bandoleros”
Alejandro Dumas, escritor y viajero que pareciera tener conocimiento de esta puntualización en 1.846, cuando atravesó nuestro país para ir a Cádiz, con la intención de embarcar rumbo a Argelia y Túnez, traía como equipaje principal dos maletas de ropa y cinco cajas con escopetas, rifles, pistolas y munición por si los bandoleros asaltaban su carruaje, y aunque nunca vieron a un bandolero, recorrieron varios miles de kilómetros por los caminos polvorientos de la época y jamás fueron asaltados.
La España del XIX se puso de moda en la pluma de escritores franceses e ingleses, ellos se inventaron la España de charanga y pandereta, una España que les hacía vender muchos libros en sus países de origen pero que, en nada, se parecía a la que vivían nuestros antepasados.
Crearon con su literatura de viajes una España plagada de bandoleros que asaltaban y robaban a los ricos y a los terratenientes para ayudar a los pobres una imagen de malhechores románticos.
Antes de los viajeros románticos, en los siglos XVI y XVII existió un bandolerismo en los moriscos refugiados en las serranías del antiguo Reino de Granada, dedicados primordialmente al bandolerismo.
Al bandolero morisco se le llamaría Monfí, palabra que deriva del término árabe منفي munfī, «desterrado, ausente, proscrito» y era aquel morisco que vivió durante los siglos XVI y XVII en las montañas del Reino de Granada, apoyándose principalmente a través de actos de bandidaje.
En el siglo XVI a los bandoleros moriscos se les llamaban monfíes, atacaban sólo a los cristianos, a los que robaban y mataban. Famosa fue la banda de Acetile y la de Cacín.
Los monfíes fueron, originalmente, personas huidas a los montes como consecuencia de los desórdenes y la represión asociados a la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, y su número aumentó en décadas posteriores conforme aumentaba la presión ejercida por las nuevas autoridades castellano-aragonesas contra los súbditos granadinos de religión musulmana.
Los monfíes, de extracción eminentemente rural, formaron en ocasiones comunidades en los montes en las que practicaban libremente los ritos de su fe, al contrario que los moriscos de los núcleos de población, obligados a mostrar adhesión a las creencias y rituales católicos.
Se dedicaron en gran medida al bandolerismo contra cristianos, y tuvieron en los pastores a sus mejores aliados.
Bernard Vincent, en ‘’El bandolerismo morisco en Andalucía (Siglo XVI)’’ indica:
Grabado de Harum el Geniz o Seniz de la novela ''Los monfíes de la Alpujarra'' |
Los monfíes tuvieron un papel preeminente en la rebelión morisca de Abén Humeya en 1568, conocida como rebelión de las Alpujarras.
Adquirieron todo su esplendor en la rebelión de los moriscos de 1568 y con la expulsión desaparecieron.
Los monfíes fueron las primeras personas expulsadas a la montaña como consecuencia de la represión asociada a la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.
Su número creció en las décadas posteriores, con las nuevas autoridades castellanas al iniciar medidas de presión sobre los musulmanes de Granada para convertirles al cristianismo.
El monfí, que era principalmente de origen rural, en ocasiones forman las comunidades de montaña en la que podían practicar abiertamente su fe, en contraste con la mayoría de los moriscos, que se vieron obligados a abandonar su religión o sus prácticas en secreto.
Su ocupación principal era el bandolerismo contra los cristianos.
Uno de estos vertiginosos combates de cumbres fue el de los Güájares, valle adyacente por poniente al vital camino Granada-Motril, donde los castellanos escalaron impetuosamente, sin aguardar órdenes, el peñón abrupto en que los «monfíes de Marcos el Zamar» se habían recogido.
Las rocas que sus adversarios les rodaban por la pendiente paralizaron varias veces a los asaltantes pero, reforzados, dominaron al fin la cima y, como dice el cronista, «no se perdonó a persona ni a edad».
Grabado de la novela ''Los monfíes de la Alpujarra'', donde Harum exclama, dando muerte a Aben Aboó, ''¡Esta es la justicia de Dios! ¡Mueres como has matado!'' |
El Zamar, apresado por tratar de salvar a una hija suya que se rezagaba en la huida, fue luego « atenazado» en Granada.
Los moriscos Alarabi, Piceni y el Marte destruyeron también, el 16 de abril de 1570, tras fragmentarla, una fuerte columna castellana que trataba de aprovisionarse en La Calahorra.
En las puertas de Adra, el monfí Abdallah ibn Abu (Abdala Abenabó), más tarde el último rey morisco, exterminó a 300 arcabuceros que intentaban una salida y lo mismo sucedió a un socorro que acudía a Órgiva, desbaratado en dos emboscadas sucesivas (la primera echó a los supervivientes hacia la otra) preparadas por el turco Dalí, que combatía por una soldada de ocho ducados al mes.
Grabado de Granada, de la novela ''Los monfíes de la Alpujarra'' |
Bruno Alcaraz Masáts