Historias andaluzas de Nueva York
La Giralda de Nueva York,obra del arquitecto Stanford White
Cuento del edificio Chrysler en la Alhambra,escrito en los años veinte por John J. Healey
La Giralda de Nueva York
La Giralda de Nueva York,obra del arquitecto Stanford White
Cuento del edificio Chrysler en la Alhambra,escrito en los años veinte por John J. Healey
La Giralda de Nueva York
Obra del arquitecto Stanford White
La desaparecida revista El Europeo, en su nº 4, publicado en Septiembre de 1988, recogía un amplio artículo de Diego Carrasco sobre la Giralda de Nueva York, situada en el primer Madison Square Garden de Nueva York que, en 1884 se encargó al despacho de arquitectos McKim, Mead & White, Archi, y que planificaría y ejecutaría el arquitecto Stanford White, cuya construcción costó tres millones de dólares y que tuvo una inauguración fastuosa el 16 de Junio de 1890, con la Orquesta de Viena, dirigida por Eduardo Strauss.
Este primer Madison Square Garden era un ejercicio de polivalencia, ocupaba una manzana completa, situado entre Madison Avenue y Cuarta Avenida y las calles 26 y 27, con una torre de 103,3 metros, culminada por una estatua de Diana de Augustus St. Gaudens.
“El espacio principal del Madison Square Garden lo constituía una gran anfiteatro, junto a un teatro de 1.200 localidades y un restaurante, sobre el que se situaba un salón de baile y un conjunto de habitaciones reservadas.
Sobre el salón de baile y el teatro se encontraba un gran café, la terraza del tejado estaba protegida por una estructura de cristal que se desmontaba por secciones en los meses de calor.
Su anfiteatro, la apuesta más fuerte del edificio, se cubría con un techo de tirantes de acero a la vista; podía acomodar a 5.000 personas en torno a la arena y a 12.000 si se utilizaba ésta. El hierro y el acero estaban a la vista, sin aislantes, pintados en ocre rosado claro. Para una mayor seguridad contra incendios, la totalidad del edificio se iluminaba con luces incandescentes, alimentadas por un generador propio, lo que significaba una utilización intensiva de la electricidad que despertó gran curiosidad.
Pero la estrella de la nueva construcción era la torre, réplica de la Giralda de Sevilla. White estilizó y simplificó sus cuerpos, sustituyendo las complejas y ricas tracerías del original por una superficie más lisa con el patrón de una sutil labor en el ladrillo. La parte superior seguía más de cerca los añadidos renacentistas que se le hicieron a la Giralda original, y se coronó con una estatua de Diana del escultor Saint Gaudens, como alusión a las actividades deportivas del Madison.
Tan sólo la superaba en altura el edificio New York World, hacia el sur entre Park Row y Frankfort Street.
Este primer Madison Square Garden era un ejercicio de polivalencia, ocupaba una manzana completa, situado entre Madison Avenue y Cuarta Avenida y las calles 26 y 27, con una torre de 103,3 metros, culminada por una estatua de Diana de Augustus St. Gaudens.
“El espacio principal del Madison Square Garden lo constituía una gran anfiteatro, junto a un teatro de 1.200 localidades y un restaurante, sobre el que se situaba un salón de baile y un conjunto de habitaciones reservadas.
Sobre el salón de baile y el teatro se encontraba un gran café, la terraza del tejado estaba protegida por una estructura de cristal que se desmontaba por secciones en los meses de calor.
Su anfiteatro, la apuesta más fuerte del edificio, se cubría con un techo de tirantes de acero a la vista; podía acomodar a 5.000 personas en torno a la arena y a 12.000 si se utilizaba ésta. El hierro y el acero estaban a la vista, sin aislantes, pintados en ocre rosado claro. Para una mayor seguridad contra incendios, la totalidad del edificio se iluminaba con luces incandescentes, alimentadas por un generador propio, lo que significaba una utilización intensiva de la electricidad que despertó gran curiosidad.
Pero la estrella de la nueva construcción era la torre, réplica de la Giralda de Sevilla. White estilizó y simplificó sus cuerpos, sustituyendo las complejas y ricas tracerías del original por una superficie más lisa con el patrón de una sutil labor en el ladrillo. La parte superior seguía más de cerca los añadidos renacentistas que se le hicieron a la Giralda original, y se coronó con una estatua de Diana del escultor Saint Gaudens, como alusión a las actividades deportivas del Madison.
Tan sólo la superaba en altura el edificio New York World, hacia el sur entre Park Row y Frankfort Street.
Foto de 1923, en la que se ve como ha perdido
ya la supremacía en altura que la caracterizaba
en los primeros años de su existencia.
Fotografia de la Biblioteca Pública de Nueva York
ya la supremacía en altura que la caracterizaba
en los primeros años de su existencia.
Fotografia de la Biblioteca Pública de Nueva York
La torre servía de señal luminosa; durante los espectáculos centelleaba con luces intermitentes y su altura era barrida por los haces de grandes focos en movimientos, de tal forma que todo Nueva York supiera que había actuación en el Madison. La prensa se volcó en elogios. La revista The American Architect escribió:
Desde su parte superior, se contempla una amplia vista de Nueva York, Brooklyn y Jersey City, del puerto hasta Sandy Hoor, del río Hudson y de las PAlisades, y de la parte Oeste de Long Island.
Desde su parte superior, se contempla una amplia vista de Nueva York, Brooklyn y Jersey City, del puerto hasta Sandy Hoor, del río Hudson y de las PAlisades, y de la parte Oeste de Long Island.
Va a convertirse en una excelente fuente de beneficios.
En 1908 fue puesto a la venta, porque nunca repartió beneficios, ya que ninguno de los espectáculos era capaz de proporcionar una taquilla suficiente para equilibrar el enorme volumen de gastos de un lugar concebido con tanto lujo y complejidad.
Pasó a poder de la compañía de seguros Life, que lo mantuvo hasta 1925 y dada la enorme presión urbana sobre la zona, determinó su demolición. En su lugar sería levantado el segundo Madison Square Garden que, años mas tarde, también sería derribado para construir el actual Madison Square Garden en otra ubicación, conservando el nombre que le dio fama, cuando tenía una torre desde la que se disfrutaba la mejor vista de la ciudad de Nueva York.
La torre andaluza del Madison Square Garden
desde Boadway y la calle 23, durante el
invierno de 1903 a 1904, ¿la Giralda nevada?.
Foto de Ewing Galloway.
Fotografia de la Biblioteca Pública de Nueva York
desde Boadway y la calle 23, durante el
invierno de 1903 a 1904, ¿la Giralda nevada?.
Foto de Ewing Galloway.
Fotografia de la Biblioteca Pública de Nueva York
En Kansas City existe una réplica de la Giralda en el edificio Swanson, edificada el 4 de Septiembre de 1967, y esta ciudad está hermanada con Sevilla.
Cuento del edificio Chrysler en la Alhambra
Escrito en los años veinte por John J. Healey
Escrito en los años veinte por John J. Healey
Diego Carrasco continúa en su artículo indicando que, en la Biblioteca Pública de Nueva York, encontró en una de las cámaras depositarias de tesoros una breve nota en una revista alemana de los años veinte, dedicada a la arquitectura, y que ya no se edita, y ese artículo contenía el siguiente relato:
Fotografía tomada el 17 de Junio de 1930
“Al parecer, cuando Walter P. Chrysler encargó a Willian Van Allen que diseñara un edificio para la Chrysler Corporation, en 1928, el secreto era de la mayor importancia. El rascacielos constituía aún un concepto atrevido y nuevo. Chrysler quería tener el edificio más alto del mundo.
Numerosas compañías estaban contemplando la posibilidad de unas vías igualmente fálicas de ensalzar su virilidad capitalista y, como no*, el diseño de el mas grande* era de gran valor.
A fin de eludir a los espías arquitecturales de otras firmas, se decidió edificar y probar un modelo definitivo en un país extranjero. Gracias a una amante de Chrysler, una belleza de Granada, de familia bien*, la elegida para el proyecto resultó ser España. Más específicamente, se convino en que todo el trabajo se llevase a cabo en dos enormes túneles cuya existencia era conocida sólo por unos pocos privilegiados. Ambos túneles tenían aproximadamente un kilómetro de longitud y habían sido hechos por los moros en 1394, para conectar la Alhambra con el Generalife.
Numerosas compañías estaban contemplando la posibilidad de unas vías igualmente fálicas de ensalzar su virilidad capitalista y, como no*, el diseño de el mas grande* era de gran valor.
A fin de eludir a los espías arquitecturales de otras firmas, se decidió edificar y probar un modelo definitivo en un país extranjero. Gracias a una amante de Chrysler, una belleza de Granada, de familia bien*, la elegida para el proyecto resultó ser España. Más específicamente, se convino en que todo el trabajo se llevase a cabo en dos enormes túneles cuya existencia era conocida sólo por unos pocos privilegiados. Ambos túneles tenían aproximadamente un kilómetro de longitud y habían sido hechos por los moros en 1394, para conectar la Alhambra con el Generalife.
Dos obreros en una de 8 gárgolas que adornan
las esquinas de la planta 59 del edificio Chrysler
las esquinas de la planta 59 del edificio Chrysler
Se accedía a ellos a través de una amplia bóveda hallada en los sótanos del edificio que por entonces ocupaba una discoteca, el night club El Rey Chico, cerca del Paseo de los Tristes, y tanto hombres como herramientas entraban y salían siempre de los túneles de noche donde los diversos diseños y materiales fueron puestos a prueba durante un periodo de dieciséis meses.
Con la nueva aleación de aluminio, que por entonces se eligió para realizar buena parte de la superficie exterior del edificio, se construyó, acostado, un modelo de tamaño natural del rascacielos Art Deco.
Mientras Granada dormía, mientras las estaciones cambiaban en el recinto de la Alhambra, debajo de sus cimientos, muy hondo, crecía el edificio como un inmenso cohete plateado. Se hicieron planes para edificar la estructura final en esos túneles, para luego enviarla por barco a Estados Unidos, en piezas que luego se montarían en el emplazamientote la calle 42 y la Lexington Avenue, en Nueva York.
Con la nueva aleación de aluminio, que por entonces se eligió para realizar buena parte de la superficie exterior del edificio, se construyó, acostado, un modelo de tamaño natural del rascacielos Art Deco.
Mientras Granada dormía, mientras las estaciones cambiaban en el recinto de la Alhambra, debajo de sus cimientos, muy hondo, crecía el edificio como un inmenso cohete plateado. Se hicieron planes para edificar la estructura final en esos túneles, para luego enviarla por barco a Estados Unidos, en piezas que luego se montarían en el emplazamientote la calle 42 y la Lexington Avenue, en Nueva York.
Margaret Bourke-White, fotógrafa de la revista Life,
que hiciera en 1946 la fotografía de Gandhi
hilando con una rueca,
realiza un reportaje del Chrysler Building
que hiciera en 1946 la fotografía de Gandhi
hilando con una rueca,
realiza un reportaje del Chrysler Building
Cuando el modelo estuvo terminado se dio un baile de disfraces con tema morisco-futurista para todos los que habían participado en la empresa secreta. Los técnicos se vistieron como seres llegados del espacio exterior, y con esos atuendos bailaron con secretarias ataviadas con sugestivas ropas de doncellas árabes.
Un guitarrista flamenco fue llevado del Sacromonte, con los ojos vendados, y se dice que la fiesta se prolongó hasta el amanecer. De una manera bastante profética, Van Allen mismo, según se decía, se había presentado de Boabdil, el último rey moro de Granada.
El ruido de la extraña fiesta, por fin, llegó hasta el Patio de la Acequia, donde dos estudiantes donde dos estudiantes habían pasado la noche. Los jóvenes siguieron el ruido hasta su origen por una de las tomas de aire del túnel, y así llegaron junto al reluciente rascacielos que yacía tumbado, mientras electricistas que parecían marcianos y jóvenes esclavas de Nueva York bailaban el charlestón fumando Camel.
Uno de los estudiantes, una jovencita de Jaén que, por lo que se dice, tenía un parecido asombroso con Evelyn Nesbit, murió de inmediato de un ataque al corazón, en tanto que su compañero sufrió un colapso psicótico que le redujo a pasar el resto de su vida ingresado en una institución para enfermos mentales en Extremadura.
A cambio de mantener acallado el escándalo, Van Allen y toda su concupiscente compañía de ingenieros se tuvieron que largar. Zarparon una noche del puerto de Motril, con planos y todo, en el yate privado de Walter. P. Chrysler, a cuyo bordo – según se dice – la fiesta continuó una semana más.
Un guitarrista flamenco fue llevado del Sacromonte, con los ojos vendados, y se dice que la fiesta se prolongó hasta el amanecer. De una manera bastante profética, Van Allen mismo, según se decía, se había presentado de Boabdil, el último rey moro de Granada.
El ruido de la extraña fiesta, por fin, llegó hasta el Patio de la Acequia, donde dos estudiantes donde dos estudiantes habían pasado la noche. Los jóvenes siguieron el ruido hasta su origen por una de las tomas de aire del túnel, y así llegaron junto al reluciente rascacielos que yacía tumbado, mientras electricistas que parecían marcianos y jóvenes esclavas de Nueva York bailaban el charlestón fumando Camel.
Uno de los estudiantes, una jovencita de Jaén que, por lo que se dice, tenía un parecido asombroso con Evelyn Nesbit, murió de inmediato de un ataque al corazón, en tanto que su compañero sufrió un colapso psicótico que le redujo a pasar el resto de su vida ingresado en una institución para enfermos mentales en Extremadura.
A cambio de mantener acallado el escándalo, Van Allen y toda su concupiscente compañía de ingenieros se tuvieron que largar. Zarparon una noche del puerto de Motril, con planos y todo, en el yate privado de Walter. P. Chrysler, a cuyo bordo – según se dice – la fiesta continuó una semana más.
Los túneles fueron sellados con el edificio todavía dentro. Ahí está, silencioso y vacío, aún hoy, enterrado, como una espada galáctica y una Giralda plateada de los tiempos modernos, sepulto en la oscuridad, tan inaccesible como la Giralda falsa de Stanford White".
* Todas estas expresiones están en español en el original.John. J. Healey / Traducción de Ana Poljak
Bruno Alcaraz Masáts