EL PIONONO:
DE DULCE ÁRABE A
SÍMBOLO CRISTIANO.
El pastel "el Pionono" es muy
conocido por los granadinos y los andaluces en general, pero fuera de la región
estos pastelitos apenas se conocen.
Su excelente textura y sabor,
unido a una manufactura tradicional y calidad extraordinaria, hacen que sea
fácil dar a conocer este magnífico postre
granadino.
Los primeros indicios de
aparición de un pastelillo parecido al Pionono los encontramos en la España
hispano-musulmana de las medinas andalusíes entre los siglos X y XI, en pleno
apogeo de las artes y las ciencias de Al-Ándalus.
Plano de la traza original de la Villa de Santa Fe, Granada, España, creada por los Reyes Católicos para la recuperación definitiva de Granada en 1492. |
Esta época, marcada por el
mestizaje cultural, hace de Al-Ándalus un referente de tradición e innovación a
todos los niveles.
Las innovaciones se suceden en
distintos campos desde la política hasta la literaratura y poesía, pasando por
las artes y por supuesto la gastronomía que se enriquece con sabores agridulces
y especiados.
La repostería de la época
hispano-musulmana se caracterizaba sobre todo por el empleo de materias primas
como la canela y la miel, de la que todavía hoy podemos encontrar muestras de
esta cocina refinada en dulces árabes como la shubarquía y la pastela, que con
su característico sabor nos trasladan a otras épocas.
Piononos
La creación del pionono como lo conocemos hoy día se debe en parte al celo con el que los habitantes del pueblo de Santa Fe conservaron la receta, como parte de su herencia árabe por encima que su fundación fuese cristiana y de los cambios religiosos y políticos que sobrevenían en la región de Granada.
Con el paso del tiempo, el
pionono sufrió cambios tanto en su forma física como en su composición,
adaptándose al paso de las épocas y los gustos, pero no es hasta mediados el
siglo XIX cuando, de las manos de tres hermanas viudas de la conocida
pastelería "La Blanquita", la receta se rescata del olvido.
Foto de la Casa Isla, en la calle Real de Santa Fe. |
El pastel sería bautizado con el
nombre del Papa Pío Noveno y ya, unos años después, Pionono, como homenaje del
fundador de la Casa Isla, Ceferino
Isla González, que ya había sido aprendiz interno en el obrador de Manuel "el
Gallego", se estableció en la Calle Real de Santa Fe, para abrir su propio
obrador de pastelería exactamente donde se encuentra ubicada aún la pastelería,
la actual Casa Isla, y dedicó el pastel al Papa Pio IX por la proclamación
del Dogma de la Inmaculada Concepción y dándole el aspecto cilíndrico de la
tiara papal.
Ceferino Isla, era descendiente
de la familia Isla, oriundos de Rincón de Isla, en la provincia de Cantabria,
algunos de cuyos miembros bajaron durante la Reconquista repoblar liberar
Sevilla, estableciéndose allí.
El origen de la llegada de la
familia Isla a Santa Fe se recoge en la obra "Historia incompleta de 900 años
de la Familia Carrillo".
Ceferino Isla, muy devoto de la
Virgen, quería rendir un homenaje al Papa que en 1854 había proclamado el dogma
de la Inmaculada Concepción de María, éste no era otro que Pío IX (Pío Nono);
el que fuera el último Papa Rey, Papa bajo cuyo pontificado los llamados Estados
Pontificios pasaron a formar parte de la nueva Italia que surgía con la
reunificación, quedando dichos estados reducidos a la mínima expresión: la
actual Ciudad del Vaticano.
La Casa Isla de Santa Fe ha sido
el único local comercial granadino que, desde su fundación, no lucía a la
Virgen de las Angustias, sino un retrato a lápiz enmarcado del Papa Pio IX.
Monumento a Ceferino Isla en una plaza de la calle Real de Santa Fe. |
En este contexto, Ceferino madura
su idea de “crear” un nuevo pastel que no sólo lleve el nombre del Papa (de ahí
surge el nombre de Pionono ®), ya que así se pronunciaba su nombre en italiano,
sino que además el pastel recuerde la figura papal:
El aspecto cilíndrico y algo
rechoncho (bizcocho humedecido enrollado sobre sí mismo), revestido como el
Papa con un balandrán blanco (canastilla de papel en cuyo interior se deposita
el bizcocho humedecido), y coronilla de crema azucarada y tostada sobrepuesta
al cilindro de bizcocho, (que quiere simbolizar el solideo con el que el Papa
cubre su coronilla).
Gabriel Medina Vílchez, un
investigador motrileño, ha descubierto que los piononos que se atribuyen como
invención de Ceferino Isla en 1897, se vendían en Madrid, procedentes de Cádiz,
nada menos que 40 años antes de esa fecha. E incluso da fe de una gran polémica
que se originó en Madrid debido a su nombre.
Según Medina Vílchez, esos dulces
ya existían en 1857 y fueron creados en Andalucía, pero no en Santa Fe, sino en
la llamada Tacita de plata:
"Vaya por delante que no
quiero restar la importancia que tiene la familia Isla en haber conseguido
guardar la tradición durante tanto tiempo, pero sí es cierto que la historia
está
para ser contada y la verdad es que los piononos no se crearon en Santa
Fe, sino en Cádiz", asegura el investigador.
Bien es cierto que la primera
referencia localizada de este dulce aparece el 18 de marzo de 1858 en la prensa
madrileña y este dulce, en su inicio, se nombraba con dos palabras "pio
nono" y/o "pios nonos".
Fue Leopoldo Alas «Clarín» quién, en su novela "La Regenta", en 1884 lo incluye como una sola palabra
"pionono".
Visita del rey Alfonso XIII a Granada en 1913. |
En 1916, cuando el Rey Alfonso
XIII visita Granada, durante una breve estancia en Santa Fe, probó este dulce
en la pastelería Casa Isla, le encantó y decidió que, a su regreso a la Corte,
otorgaría a Casa Isla el título de Proveedor Oficial de la Casa Real.
Hoy día, el pionono se conoce en
toda la región de Granada y en toda la Comunidad Andaluza y más allá de su
valor gastronómico, del que no cabe duda, está su valor simbólico como emblema
de Santa Fe y parte de su identidad común, siendo, en palabras de Grande Covián,
que los probaría en Sevilla, como "Un endemismo del paladar".
Bruno Alcaraz Masáts.