La Escuela de Música
Andalusí
en la Granada musulmana.
en la Granada musulmana.
“La cultura islámica que vivió más de siete
siglos y dejó un gran influjo en
la península ibérica, desde el año 711 que se
inicia la presencia árabe,
hasta un siglo después de 1492, final del último
reino Nazarí de Granada.
Las fronteras que dibujamos en
los mapas, impermeables y peligrosas para los ejércitos, son sin embargo
porosas y tentadoras para el trasiego de músicos y poetas.
Con la expulsión de los últimos
moriscos de La Alpujarra - quién sabe si herederos de los primerísimos
musulmanes asentados en Granada, venidos de Siria - el canto andalusí parecería
haber sido condenado al confinamiento en el recuerdo de los desterrados; pero
la victoria oficial, con su contracara inevitable de derrota y humillación, no
pudo impedir que el arte musical morisco se infiltrara en el folklore andaluz
para fecundar el flamenco; mezclados en el crisol de la marginación con gitanos
y trashumantes de toda laya, los últimos moriscos legaron a nuestro cuerpo
musical medieval sus melismas, esa inconfundible manera de vocalizar que, más
allá de pruebas musicológicas, hace girar la cabeza a cualquier andaluz cuando
oye el canto del almuédano.
Sólo así entendemos que musulmanes
y cristianos, enemigos irreconciliables hace cinco siglos en el campo de las
armas, se dieran la mano en el de las letras y las melodías.
Y no sólo se abrazaron pueblos de
uno y otro lado de la linde, como en nuestros vívidos romances fronterizos,
sino que tierras en apariencia tan lejanas como Granada y Siria, o tiempos tan
remotos como el siglo XV y el XXI, comparten versos y músicas:
Miniatura donde se observa a Darwishes giróbagos danzando. |
En Alepo aún se escuchan las moaxajas
de su escuela andalusí, joya traída de un exilio antiguo, como aún resuena aquí
su versión castellana, los villancicos, de los que cientos fueron recogidos en
nuestros cancioneros del Renacimiento.
Cómo esos ancestrales parientes
artísticos unen hoy sus voces, cómo los atávicos recuerdos de un pasado remoto
salvan tiempos y distancias para hacerse música nuestra, viva y palpitante, una
música heredera de los tiempos de al-Ándalus.
La Nuba o el esplendor poético-musical de Al-Ándalus.
Según Averroes, la música de al-Ándalus fue cultivada
n los reinos de Granada y Sevilla con mucha pasión.
La música andalusí (también llamada arábigo-andaluza), es un estilo de música árabe, que se dio en al-Ándalus entre los siglos IX y XV y en la actualidad se da en todo el norte de África.
Al-Ándalus fue durante siglos la
frontera occidental del Islam, lo que le otorgó un lugar de privilegiado en las
leyendas y mitos de la relación del Islam y la cristiandad medieval.
En los momentos de auge del
Califato de Córdoba y de los reinos de Taifas, existió un gran influjo cultural
tanto en la España cristiana como en Francia e Italia, a través de músicos
musulmanes y judíos.
El florecimiento poético-musical
de Al-Ándalus llega a su cima en la forma de Nuba (Nawba)
Su creador fué Ziryab, el músico
más celebrado del occidente árabe. Su nombre viene a significar "mirlo", y
procede del apodo que le fue puesto por su color moreno y la dulzura de su voz.
Miniatura de Zyriab, "El Mirlo", en la que él toca el laúd. |
En la corte de Bagdad de Harum
al-Rasid (786 – 809), se ganó el favor del califa por su talento y virtuosismo
tañendo el laúd.
Su celoso maestro Al Musuli le
obliga a salir de Persia, llegando a instalarse tras muchas aventuras en la
Córdoba de Abd al Rahman II (822 – 825).
Ziryab creó en Córdoba lo que se puede considerar
el primer Conservatorio de Música del mundo islámico.
Miniatura del Códice de las Cantigas de Alfonso X el Sabio
|
Allí funda una escuela musical
creando el laúd, que posteriormente se implanta tanto en la España cristiana
como en el Norte de África, y formando la primitiva estructura de la Nuba
(Nawba).
Nawba significa "turno", música
ejecutada para un señor en forma de collar, en el que cada cuenta es una
canción de diferente tamaño y forma.
Laúd árabe en una muestra de arte Abasid. |
Así cada Nawba es un grupo de canciones
que se enlazan unas con otras, en movimientos según una estructura
rítmico-métrica, y que tienen un mismo ‘color’, que es su modalidad musical.
El número de canciones es
variable, siendo organizado para cada sesión musical. Las medidas o movimientos
rítmicos originariamente son cuatro: Basît, Qaym wa Nusf, Bitâyhî y Qudâmm.
Los nombres de la Nuba
corresponden al modo musical básico sobre la que están compuestas. Estos modos
tienen un oficio musical, otro psico-somático atribuyéndoles influencia sobre
los estados de ánimo, y otro cosmogónico siendo propicios para ser
interpretados en determinadas horas del día.
Moneda abasid con la representación de un músico tocando un laúd primitivo. |
En el siglo XIII, con la
conquista de Córdoba y Sevilla por Fernando III, rey de Castilla y León; y la
de Valencia por Jaime I de Aragón, comenzó la emigración de los hispano-árabes
hacia Granada y a diferentes ciudades del Norte de África.
Las escuelas musicales que
emigraron al reino nazarí de Granada se incorporaron a las ya existentes en las
Madraza de la medina y en la Madraza de la Alhambra.
Ese éxodo progresivo en la reconquista
cristiana, desbarató las escuelas musicales de Al-Ándalus, asentándose de nuevo
según el siguiente esquema:
-
Sevilla en Túnez y Libia, Córdoba y Granada en
Argelia (Orán, Argel,…)
-
Granada y Valencia en Marruecos (Fez, Tetuán,
etc.)
Mientras en sus nuevos
asentamientos, estas escuelas se enriquecieron convertidas en música culta de
salón, o en cofradía religiosa; en la España cristiana siguieron evolucionando
adquiriendo un carácter popular mezclado en la tradición.
Óleo de un pintor romántico donde se recoge la música andalusí. |
A la música que se tocaba en las
escuelas de música de Granada y de al-Ándalus, se las conoce hoy en el norte de
África, en Argelia, Túnez y Marruecos como "Músicas de Granada".
El Romance de Abindarraez
El tarab, en árabe arrebato, también estado extático o embeleso místico,
que dio origen a la palabra ''trovador''.
|
El Romance de Abindarraez podría
ser el poema final que se cantó a la partida al exilio.
El Reino nazarí de Granada,
también denominado Emirato de Granada o simplemente Reino de Granada, fue un
estado islámico de la Edad Media situado en el sur de la Península Ibérica y en
Ceuta, con capital en la ciudad de Granada.
Fundado en 1238 por el nazarí
Muhammed I ibn Nasr, siendo su último rey fue Boabdil el Chico, derrocado por
los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492 tras la toma de la ciudad de Granada.
El kànûn, utilizado para marcar la melodía de un romance narrado. |
El reino sobrevivió en esta
precaria situación gracias a su favorable ubicación geográfica, tanto para la
defensa del territorio como para el mantenimiento del comercio con los reinos
cristianos peninsulares, con los musulmanes del Magreb y con los genoveses a
través del Mediterráneo, lo que hizo que tuviera una economía diversificada.
Sin embargo fue perdiendo
territorios paulatinamente frente a la Corona de Castilla, hasta su definitiva
desaparición tras la Guerra de Granada, mantenida entre 1482 y 1492.
El reino nazarí de Granada sería
el último estado musulmán de la Península ibérica, la antigua al-Ándalus.
Tras esto fue definitivamente
incorporado a la Corona de Castilla como reino de Granada:
El Rabel árabe que aparece en la cantiga 170 de Alfonso X.
Como se aprecia en la miniatura la tapa es de dos materiales distintos.
|
La mañana de San Juan, al tiempo que alboreaba, gran fiesta hacen los
moros, por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos, jugando van de las lanzas; ricos pendones en
ellas labrados por sus amadas, ricas aljubas vestidas, de oro y de seda
labradas.
El moro que amores tiene, allí bien se señalaba; y el moro que no los
tiene, de tenerlos procuraba.
Míranlos las damas moras desde las torres de Alhambra, entre las cuales
había dos de amor muy lastimadas.
La una se llama Jarifa, la otra Fátima se llama; solían ser muy amigas,
aunque ahora no se hablan.
Jarifa llena de celos, a Fátima le hablaba: - ¡Ay Fátima, hermana mía!
¡Cómo estás de amor tocada!
Solías tener colores, veo que ahora te faltan, solías tratar amores,
ahora obras y callas.
Pero si los quieres ver, asómate a la ventana, y verás a Abindarráez y
su gentileza y gala. Fátima como discreta, desta manera le hablaba:
- No estoy tocada de amores, ni en mi vida los tratara, si se perdió mi
color, tengo dello justa causa, por la muerte de mi padre, que aquel alavés
matara.
Y si amores yo quisiera, está, hermana confiada, que allí veo
caballeros en aquella vega llana, de quien pudiera servirme y dellos ser muy
amada, de tanto valor y esfuerzo, cual de Abindarráez alabas -.
Con esto las damas moras pusieron fin a su habla.
Bruno Alcaraz Masáts. © Con esto las damas moras pusieron fin a su habla.