Las otras llaves de la Alhambra
que entregó el rey Boabdil
Detalle de grabado de época con las palabras "Semper Clausa" |
Una
historiadora documenta las viviendas que los cristianos reformaron o levantaron
tras tomar la fortaleza granadina en 1492.
El viernes 30
de enero de 2009 inserté un post en mi blog que titulé Un rincón de la
Alhambra desaparecido, y que describía la desaparición de unas casas en la
Alhambra en 1853.
Un rincón de la Alhambra desaparecido.
Fotografía, de autor anónimo, realizada en 1853 desde
la parte posterior de
Palacio o Cuarto de los Leones. Esta
fotografía inédita
fue publicada por Juan Bustos, Cronista Oficial de la Ciudad
de Granada,
en una separata coleccionable del diario Ideal que llevaba por
título
"Granada, laberinto de imágenes y recuerdos", y que se editó
en 1989.
En ella se
puede observar el aspecto trasero de la parte sur del Palacio o Cuarto de los
Leones, en la zona de la rauda o antiguo cementerio real de la Alhambra,
(Rawda, es un término árabe y significa cementerio).
A espaldas
del Palacio o Cuarto de los Leones, estaba situado este panteón real donde la
familia real enterraba a sus familiares difuntos.
Cuando se
realizaron las primeras excavaciones a finales del s. XIX, se encontraron
vacías las tumbas pues Boabdil, el último rey nazarita de la Alhambra, de
acuerdo a lo estipulado en las Capitulaciones, se llevó los restos de sus
antepasados a una zona indeterminada de Mondújar en 1492, una población cercana
al valle de Lecrín, en el camino del exilio a Laujar de Andarax, en La
Alpujarra.
Hace unos
años, en las excavaciones realizadas en 1999-2000 fueron encontrados estos
restos de las viviendas.
En la
descripción de la fotografía se observa, al fondo a la izquierda la fachada
Este del palacio de Carlos V y, al otro lado, a la derecha está la torre
almenada y un techo con tejado a 4 aguas del Salón de Embajadores.
Las casas que
se observan en primer término son unas viviendas hoy desaparecidas y habitadas
hasta finales del siglo XIX, y tras ellas se observa, a la izquierda la torre
estrellada del Salón de Abencerrajes y a su lado, a la derecha, la Torre de la
Rauda y la zona palaciega que se denomina como el Patio del Harem.
Enfrentada a
estas dos torres se haya, hacia la derecha, la Sala de Dos Hermanas y una de
las cúpulas de la Sala de los Reyes.
Este Palacio
o Cuarto de los Leones era la zona de carácter privado de los reyes nazaríes y
fue edificada por mandato de Muhammad V.
Hoy en día, y
dado que la edificación del palacio erigido por mandato de Carlos V, destruyó
una trama urbana de calles y edificaciones, se supone que por aquí debió de
estar el acceso principal hacia la calle Real de la Alhambra.
Bruno Alcaraz
Masáts
Las otras llaves de la Alhambra que entregó el rey Boabdil.
La puerta de los Siete Suelos de la Alhambra con un grupo de pequeñas casas detrás,
en un grabado de 1564. EDITORIAL SÍLEX
Artículo publicado por El País el 30/01/2016, escrito por Manuel Morales.
Una casa para
el artillero Gonzalo de la Luz, otra para el escudero Diego Molina, una
vivienda para el barbero y cirujano Juan de Montalbo, otra para el peón y
escopetero Juan Barba, casas para María de Medina, criada de la reina; casas
para Antón López, copero de la reina… Año 1492, el 2 de enero, Isabel I de
Castilla y su esposo, el rey Fernando II de Aragón, entran en la
Alhambra, último reducto musulmán en la
península Ibérica, y ponen fin a la Reconquista, iniciada en el siglo VIII.
Más
allá de los muros palaciegos y de la leyenda de las lágrimas del rey Boabdil el
Chico tras entregar las llaves de la fortaleza roja, hubo un grupo de
cristianos que acompañó a los monarcas y protagonizó el último proceso
repoblador en al-Andalus. Una investigación de la historiadora del arte Elena Díez Jorge, de la
Universidad de Granada, documenta
más de una treintena de casas —hubo más, aunque no se sabe cuantas— que esos
cristianos levantaron o reformaron dentro del recinto palatino, un hecho apenas
analizado.
"Se han
estudiado los palacios de la Alhambra y los espacios que usaron los Reyes Católicos.
Es la historia de los poderosos pero hay que completarla con la de la gente
común que fue a vivir y a trabajar allí a partir de 1492, y que contribuyó a
consolidar la Alhambra como ciudad palatina y barrio avecindado", dice por
teléfono Díez, cuyo trabajo se incluye en el libro "La casa medieval en la península Ibérica", un volumen de 725 páginas publicado por
la editorial Sílex y que esta profesora ha coordinado junto a Julio Navarro
Palazón, investigador de la Escuela de Estudios Árabes de Granada, del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas.
"En las
capitulaciones de la guerra de Granada se acordó hasta la puerta de la Alhambra
por la que iban a entrar los Reyes Católicos y por la que saldría Boabdil. Los
altos cargos de los reyes calcularon que sería bueno que allí vivieran unas 200
personas, quizás manejando una cifra aproximada a la que debió de haber en la
época nazarí entre artesanos y servidores", explica Díez.
Los nuevos
vecinos fueron, al principio, sobre todo soldados que, como se repite en la
documentación, repararon las casas porque estaban en mal estado. Sin embargo,
la historiadora se muestra cautelosa sobre tal afán reformador:
"Declarar
que habían tenido gastos por obras era una razón importante para que les
dejaran quedarse con la casa". Además de a la soldadesca, Isabel y
Fernando concedieron viviendas a personas vinculadas a la corte, y grandes palacios
a personajes relevantes como el capitán Álvaro de Luna. De las casas modestas,
apenas quedan restos arqueológicos.
Díez revisó en el Archivo General de Simancas (Valladolid), que guarda la documentación de los gobiernos de la monarquía hispana desde 1475 hasta 1834, más de 130 documentos, y trabajó con otros legajos en el archivo histórico de la Alhambra. "Ha sido como unir piezas de un puzle".
Díez revisó en el Archivo General de Simancas (Valladolid), que guarda la documentación de los gobiernos de la monarquía hispana desde 1475 hasta 1834, más de 130 documentos, y trabajó con otros legajos en el archivo histórico de la Alhambra. "Ha sido como unir piezas de un puzle".
Grabado donde se observa el interior de las murallas de la Alhambra con edificaciones. |
En Simancas están los libros de cédulas de la Cámara de
Castilla. En ellos, se registraron las "mercedes" que otorgaban casas
en la Alhambra. "Ahí se especificaban los linderos y la extensión de la
vivienda, aunque esas mercedes no obligaban a residir al propietario".
Por
eso, hubo dueños que no entraron de inmediato, lo que otros aprovecharon para
ocuparlas, eso sí, con el permiso del alcaide de la Alhambra, el todopoderoso
conde de Tendilla. Sin embargo, cuando llegaba el propietario, a veces años
después, el inquilino no se quería marchar, lo que generó largos pleitos. Un
ejemplo es "el del licenciado Guadalupe", al que los reyes
concedieron unas casas en diciembre de 1500 pero no las habitó. Poco después,
un teniente capitán, Hernando Romero Ponce, obtuvo el permiso para vivir en
ellas. La situación se mantuvo hasta que, sesenta años después, un nieto del
licenciado Guadalupe reclamó la propiedad. Sin embargo, la justicia declaró
"extinto ese derecho", entre otras razones, porque las viviendas se
habían "labrado y reparado" y porque la familia del licenciado había
"callado por mucho tiempo".
El trabajo de Díez documenta las áreas
en las que se arracimaron las nuevas viviendas y describe cómo eran por dentro
y su extensión. "En general, eran pequeñas, ya fueran de una o dos
plantas".
Pero la posición social pesaba:
Diego Salinas, escribano de
cámara de la reina, tenía una casita con una superficie de 4,2 por 5 metros en
planta. Minúscula en comparación con la del noble Juan Chacón, un palacio con
una planta de 40,5 por 25 metros:
"En las más modestas era importante
poder tener un huerto o un corral, y se seguían las normas de la época: sin
apenas muebles pesados, sino arcas. Pocas tenían cocina como estancia independiente
y fue toda una novedad cuando empezaron a incorporar la chimenea".
Por
último, la historiadora incluye los tipos de familias que repoblaron la
Alhambra: normalmente, un hombre con su esposa e hijos y, si eran adinerados,
residían con el servicio doméstico. Pero hubo otros casos, como el de un padre
que vivió con su hijo, un soldado, para curarle de las graves heridas sufridas
en la toma de Granada.
La ciudad más bella de occidente al pie del monte Sulayr - Hoefnagel |
El estudio de
la profesora Elena Díez recoge cómo era la ceremonia por la que los cristianos
tomaban posesión oficial de las casas en el recinto de la Alhambra que habían
pertenecido a musulmanes y les habían concedido los Reyes Católicos:
"Cogían un puñado de tierra, lo lanzaban y después entraban en la vivienda
de la mano de un cargo de la corona. Ya dentro, el nuevo propietario recorría
todas las estancias abriendo y cerrando las puertas y contraventanas, en señal
de que ese espacio era ahora suyo".
Díez confía en que, en el futuro, su
investigación archivística se vea completada con "catas
arqueológicas" para conocer más sobre aquellas casas que desaparecieron
con los siglos.
Estos trabajos de investigación no impedirían, subraya, el
recorrido turístico de un monumento que visitaron 2,4 millones de personas en
2014.