Historia de la Sóphora
Japónica
o Falsa Acacia de Japón
del
Parador de San Francisco,
en la Alhambra de Granada.
La Acacia Sóphora Japónica del Parador de San Francisco,
cubierta con sus flores amarillas, en Agosto de 2013.
“Una generación siembra un
árbol y la siguiente disfruta su sombra.”
Proverbio
chino
Cartel del Jardín 1 que indica la situación de la Sóphora Japónica,
entre las 12 especies vegetales que hay plantadas.
La Sophora Japónica es la nº 6 del recorrido trazado.
Cartel situado junto a la Sóphora Japónica, en el Jardín 1 del Parador de San Francisco, en la Alhambra de Granada. |
El árbol es uno de los símbolos más poderosos de la
humanidad, ya que representa la encarnación de la vida, el punto de unión de
tres Reinos de la Naturaleza (el Cielo, la Tierra y el Agua) y un eje de vida alrededor
del cual se organiza todo un cosmos.
Los antiguos pueblos creían generalmente que el árbol
poseía gran cantidad de energía divina creativa, a menudo personificada en
forma de criaturas sobrenaturales o mitológicas, que podía ser utilizada por el
adepto para acceder a otros estados del ser; así, los bosques llegaron a
simbolizar el misterio y la transformación, ya que en ellos moraban duendes,
brujos y hechiceras.
La adoración al árbol estaba extendida en todas las
zonas de la Tierra en que crecían y algunos símbolos de los árboles son
virtualmente universales, siendo así que los árboles de hojas perennes
representaban universalmente la longevidad y la inmortalidad y las especies de
hoja caduca simbolizaban la regeneración y el renacimiento.
Los árboles recibían un significado especial, de
carácter totémico o religioso, para toda una comunidad.
Papiro egipcio con una representación la Acacia de Egipto. |
En el Antiguo Egipto, la acacia fue el árbol sagrado
de Hathor, diosa del amor y la belleza, y más tarde de Isis, diosa madre y
diosa de la magia y el tamarisco se consagraba a Osiris. Se cree que el Arca de
la Alianza y el Tabernáculo de los hebreos estaban hechos de madera de acacia,
árbol que para los hebreos representaba la inmortalidad del alma.
El ciprés es un árbol
sagrado entre los pueblos primitivos y gracias a su longevidad y a su verdor
persistentes, se llama "el árbol de la vida" (ciprés-tuya) y simbolizaba la unión entre el Cielo y la Tierra, aunque el ciprés es en
Europa un símbolo de duelo.
El roble era venerado por los pueblos celtas, en la Antigua Grecia el sauco era consagrado al dios Pan, la adelfa para Apolo y el laurel para Dionisio y en el Cristianismo existen tres arboles sagrados:
El roble era venerado por los pueblos celtas, en la Antigua Grecia el sauco era consagrado al dios Pan, la adelfa para Apolo y el laurel para Dionisio y en el Cristianismo existen tres arboles sagrados:
El olivo, milenario árbol mediterráneo, presente en La Biblia. |
- El Olivo, que simbolizaba la paz y la nueva vida.
- El árbol de Jesé o árbol del Paraíso, de cuyo fruto no debía comer el hombre (Gén, 2, 17)
- El árbol de la Vida o árbol del Conocimiento, que puso Dios en medio del Paraíso con la virtud natural o sobrenatural de prolongar la existencia (Gén 2, 9)
El Árbol del Conocimiento, pintado por Lucas Cranach el Viejo |
El árbol – que proporcionaba sombra, cobijo, protección
y leña para el fuego que calentaba y alimentaba – ha sido uno de los símbolos
más importantes utilizados por el ser humano desde los tiempos más remotos para
representar la vida y el origen de la Tierra.
La Sóphora Japónica o Falsa
Acacia de Japón es originaria del centro, norte y noroeste de China, y
seguramente también de Corea, aunque no de Japón, como podría suponerse dado su
nombre, fue introducida de manera intencionada en muchas regiones templadas del
Mundo para su utilización en jardinería como árbol de adorno, debido sobre todo
a su floración estival, en unas fechas en las que hay pocos árboles con flores.
Lámina del siglo XIX que representa las hojas y flores de una Acacia Sóphora Japónica. |
Pierre Nicolas Le Chéron d’Incarville (Louviers, aunque
algunas fuentes citan Rouen, 21 de agosto 1706 – Beijing, 12 de junio 1757) fue
un jesuita francés que sería toda su vida un botánico aficionado.
D’Incarville ingresó en la Compañía de Jesús en 1727 y
enseñó en Quebec entre 1730 y 1739, antes de ser enviado a una misión a Beijing en 1740.
Destinado como misionero a China, fue la primera
persona en introducir varias plantas recibidas desde París en los jardines
reales del Emperador de China, en la Ciudad Prohibida de Beijing, y durante esa
estancia también participó activamente en la publicación de estudios académicos
en China.
La Ciudad Prohibida de Beijing. |
A su llegada a Beijing, fue designado para convertir
al cristianismo al Emperador Qianlong, de la Dinastía Qing, pero el Emperador
mostró poco interés por la religión cristiana y negó a Pierre d’Incarville el acceso a los jardines imperiales.
Sin embargo, cuando el emperador observó cómo algunas
plantas sensibles (Mimosas) que el padre d’Incarville había obtenido y plantado
en sus jardines, al Emperador estas plantas le resultaron divertidas y permitió
al jesuita d’Incarville el acceso a los jardines imperiales.
El padre d’Incarville conseguiría unas buenas
relaciones con el Emperador y esto le permitió continuar con sus plantas e
introducir hasta siete plantas europeas en los jardines del palacio durante su
estancia en China.
D’Incarville, actuó como corresponsal del Jardin des
Plantes y en los artículos que enviaría a Francia, describió las semillas de
varias plantas hasta entonces desconocidas en Europa.
Aunque él no era un botánico profesional, tenía, sin
embargo, una buena formación sobre el campo y se convirtió en corresponsal de
Claude Joseph Geoffroy, de la Académie des Sciences de París, tras negarse a
convertirse en un asociado extranjero de la Royal Society, siendo el primer
europeo en describir en 1743 un fruto verde conocido en China como ''Yang Tao'', pero pasó a llamarse Kiwi en honor a un ave característico y simbólico de Nueva Zelanda, pero la palabra china que escribió dijo que significaba "Ratón Verde".
El jesuita D’Incarville introdujo en el mundo
occidental cuatro plantas:
- El Ailanthus altísima o
el árbol del cielo.
- La Acacia Sóphora Japónica
o el árbol de las pagodas, árbol de la miel o el árbol de las tumbas de la
nobleza y de los samuráis.
- El Koelreuteria
paniculada o árboles Goldenrain,
también llamado el orgullo de la
India, el árbol de China o
el árbol de barniz.
- La Cedrela odorata o
Caoba de China.
Publicaría en Francia una traducción de un trabajo de
ilustración botánica china del siglo XVI (El Yuzhi Bencao Pinhui Jingyao).
Pierre Nicolas Le Chéron d’Incarville murió en Beijing
el 12 de junio de 1757.
El botánico Antoine-Laurent de Jussieu, unos de los botánicos que recibiera
desde China todas las semillas, nombraría en su honor a una variante de la
Bignonia como Bignoniaceae Incarvillea.
El Ayuntamiento de Granada, en su Guía de Parques y
Jardines, aunque sólo registra una antigua Acacia Sóphora Japónica (Sófora) situada en
el Jardín Botánico de la antigua facultad de Derecho, donde figura con el nº
121, no recoge que, en la misma época, se plantó otro antiguo ejemplar en las colinas
de la Alhambra, plantado en los jardines exteriores del Parador de San
Francisco, en un mirador que da a los jardines de la Alhambra, al
Albayzín y al Sacromonte y frente al Generalife, plantado en la zona exterior izquierda
de la cafetería, en el Jardín 1.
Plano del Jardín Botánico de la Universidad de Granada, mandado construir en 1783 y fundado en 1840. La Acacia Sóphora está en la zona alta, coloreada. |
Este Jardín Botánico de Granada de la Universidad se
encuentra delimitado por la calle Málaga y la calle Duquesa, junto a la antigua
facultad de Derecho.
Es de una estructura básica de casi 3.000 metros cuadrados
y fue mandado a construir en 1783, como consecuencia de la política estatal de
la Ilustración, pero no es sino en 1840 cuando se funda, siendo su primer
director el decano de la facultad de Farmacia, el botánico Mariano del Amo y
Mora.
Se asienta sobre la Huerta del Colegio de San Pablo,
de los Jesuitas, en un bien proveniente de la Desamortización.
Se encuentra rodeado de una verja labrada rematada por
jarrones y con dos puertas de acceso, en 1877 Francisco Morales esculpió los
dos relieves que adornan la principal portada pétrea, y que representan a los
eminentes botánicos: el sacerdote don Antonio José Cavanilles y Palop
(1745-1804) y su discípulo Mariano de la Gasca y Segura (1776-1839), quien en
1815 sería nombrado director del Jardín Botánico de Madrid.
Teniendo en la actualidad 70 ejemplares arbóreos y una serie de plantas arbustivas en sus bases, de
las primeras plantaciones tan sólo quedan 3 ejemplares:
la Acacia Sóphora Japónica, de la que se plantaron dos
ejemplares en la ciudad de Granada, y el Diospyros Virginiana, plantados hacia
1849 y, por su interés botánico y por su carácter emblemático, un pie masculino
de un Ginkgo Biloba, plantado en 1889.
Convento de San Francisco de la Alhambra en ruinas, dibujo de Garrido del Castillo, en la obra Granada Gráfica, publicado en julio de 1924. |
En el Parador de San Francisco, en la Alhambra de
Granada, se plantó el segundo ejemplar de Acacia Sóphora Japónica en una parata
interior, reestructurada en el pequeño mirador actual.
El palacio de El Generalife desde el mirador de la Sóphora Japónica del Parador de San Francisco. |
La falsa acacia del Japón, originaria de China y de Corea,
fue introducida en Europa en el año 1747 por el botánico Bernardo de Jussieu,
quien recibió las semillas que le envió, desde China, y no desde Japón, el
misionero jesuita Pierre D’Incarville, Gran Maestre de los jesuitas, sembrando
Bernardo de Jussieu el primer ejemplar en 1747 en el Jardin du Roi, de París, también
conocido como Jardin Royal des Plantes Medicinales, un jardín botánico de París
creado por Guy de La Brosse en el 1635 y el segundo ejemplar lo plantó en los
jardines del Grand Trianon, de Versalles.
El Jardin du Roi, de París, según el grabado de Frédéric Scalberge (1636) |
Las semillas que llegaron a España dos años después,
llegarían al puerto de Barcelona con destino a Madrid, Barcelona y Valencia, en
un barco llamado "El Levante", que continuó rumbo al puerto francés de Le
Havre, llegó cargado con especias, infusiones y sedas de China, así como
licores y maderas para instrumentos musicales y marquetería noble, algunas de
esas maderas se labraron para edificios nobles de Madrid que serían ocupados
por embajadas de diferentes países.
James Clifford en su libro "Dilemas de la Antropología, literatura y arte en la perspectiva
posmoderna", recoge una carta del siglo XIX con este texto:
4/9/1884
Querido S,
El árbol increíble, Sóphora Japónica, plantado por B.
Jussieu, 1747, en el Jardin du Roy, de una semilla enviada desde China por
Reverendo Padre d’Incarville, y otras, traídas en “El Levante”.
Extrañas cosas, llenas de vida e históricas (de ningún modo
como aquellas sequoias con anillos fechados, 1492, 1776, 1814; o “la cama en
que durmió Napoleon”).
Estamos viviendo en un tiempo y espacio planetario-humano… la
Era del Descubrimiento transplantada. Sobreviviéndonos.
De paso, hay una nueva librería con una buena sección de
poesía, Mouftard y Pot de Fer: “L’Arbre Voyageur”.
¿Pasarás por California este invierno?
Los jardines del Pártal, el paseo de las torres y, al fondo, El Albayzín, desde el mirador de la Sóphora Japónica del Parador de San Francisco. |
Desde Madrid, ya desde una perspectiva romántica, se
enviaron dos semillas de la Acacia Sóphora Japónica, a Granada, una iría
destinada para el Jardín Botánico de la Universidad y la otra para las colinas
de la Alhambra.
Se desconoce por qué se decidió plantarla en los jardines del Parador de
Granada, aunque las dos semillas de Acacia Sóphora Japónica en Granada se
plantaron en antiguas propiedades desamortizadas a la Iglesia.
El Sacromonte y la torre de los Picos desde el mirador de la Sóphora Japónica del Parador de San Francisco. |
La torre de la Cautiva desde el mirador de la Sóphora Japónica del Parador de San Francisco. |
En la actualidad, y durante los últimos 30 años, se han plantado ejemplares de Sophora Japonica en diversos lugares de Granada, como en el Parque de las Ciencias.
En botánica, su sinónimo es Falsa Acacia de Japón, siendo en su origen esta especie se la consideraba parte del género Sóphora, pero luego se reclasificó; Sóphora comprende 50 especies de las regiones cálidas, entre las que destaca la Sóphora Japónica o Acacia de Japón, de madera valiosa y muy estimada como árbol de sombra.
En botánica, su sinónimo es Falsa Acacia de Japón, siendo en su origen esta especie se la consideraba parte del género Sóphora, pero luego se reclasificó; Sóphora comprende 50 especies de las regiones cálidas, entre las que destaca la Sóphora Japónica o Acacia de Japón, de madera valiosa y muy estimada como árbol de sombra.
Los jardines de El Partal y, al fondo, el palacio de Carlos V desde el mirador de la Sóphora Japónica del Parador de San Francisco. |
Linneo dijo acerca de la Sóphora,
en el Hortus cliffortianus (1737):
"Sóphora vel Sophera ets verbum antiquum plantae, huic
proximae…"
“Sophera aparece por primera vez en Prospero Alpino (1592)
sería el nombre en Egipto de un sen (Senna sp. Pl.)”
Grabado de la Falsa Acacia de Japón, Sóphora Japónica E353 - Siglo XIX. |
La palabra árabe Sufairâ,
que significa amarilla, fue el nombre dado en la antigüedad a algunas especies
similares al sen y que fue aplicada a este árbol; Sufairâ es el nombre de una
especie de fustete oriental y, a través del latín moderno, Sophera o Sóphora.
La Acacia Sóphora Japónica
es un árbol que puede llegar a medir hasta 25 m. de altura, el tronco es recto
y la corteza oscura y agrietada longitudinalmente. Las hojas son compuestas y
caducas.
Las flores aparecen en
verano, son de color crema y se presentan en racimos. El fruto es una legumbre
carnosa, con estrangulaciones entre las semillas. La madera es amarillenta y
sólo se usa en ebanistería. Se emplea mucho como ornamental, se trata de una
especie muy vigorosa, aunque encontrar en Europa Central un ejemplar con flores
y frutos abundantes sea más bien excepcional.
Pagoda de Japón con un jardín que tiene 2 grandes Sóphoras Japónicas. |
También es llamado árbol de la miel, árbol de las
pagodas y falsa acacia del
Japón, es un árbol originario de China, desde donde fue introducida en Japón en
el siglo XIII donde se plantaba en las pagodas y en las tumbas de gente
honorable y de samuráis, aunque una leyenda china cuenta que un pastor construyó
una vivienda con maderas de este árbol y
cuando transcurrió un mes desde que la habitaron, de repente, encontró a toda
su familia muerta, sin signos de violencia y en la China milenaria se creía que
los demonios se sentían atraídos por este árbol y que, por lo tanto, no era
adecuado utilizar su madera para construir sus casas y, tal vez por ello, las
acacias locas rara vez crecían cerca de una vivienda, pero si en las pagodas y
en las tumbas de gente honorable y samuráis.
En España, aunque llegó a finales del siglo XIX, no
comenzó a utilizarse con profusión en jardinería hasta el XX, siendo su cita
más antigua en nuestro país es el "Catálogo
de árboles frutales, forestales y de adorno 1880-1881", del establecimiento
de Horticultura de Eduardo Barrera (Barrera, 1880), en el catálogo de
principios del siglo XX, de "Jardín
Florita. Establecimiento de Arboricultura y Floricultura", de Luis
Rodríguez Boró, que describe la especie "Hermoso
árbol; forma grandes y tupidas copas; sus hojas son parecidas a las Acacias, de
verde más obscuro"; en el "Tratado
elemental de Agricultura", de Leopoldo López Sancho, de 1894, y en Rivas
Goday & Bellot, en el año 1948, que cita una Acacia Sóphora Japónica en la
localidad gienense de Santa Elena.
Flores de la Acacia Sóphora Japónica en el mes de Agosto. |
De sus milenarias propiedades medicinales, que en
China son 50, ya que utilizan todas las partes de la planta, contienen un
principio purgativo tan activo que incluso, torneando la madera se pueden
sufrir cólicos; dicen que si las hojas que caen en otoño lo hacen en agua de
estanques, vuelven esas aguas laxantes y los frutos se usan como purgante y el
extracto de las hojas y, sobre todo, los frutos se usan para adulterar el opio
y de sus botones o capullos de flores, se extrae un tinte muy valioso para
teñir la seda amarilla en China.
La corteza, las semillas y la cubierta del fruto son
bastante venenosas y se le desconocen alergias, pese a ser leguminosa, pero de
él se extrae la Quercitina, una sustancia que es capaz de reducir o evitar
muchos procesos inflamatorios en los que interviene la histamina. Sus flores
son melíferas y los frutos al caer ensucian las calles.
En China y Japón emplean las flores, corteza y hojas
para extraer un colorante amarillo. De su corteza se obtenía un
tinte amarillo que servía para teñir las vestiduras del emperador y da una miel de muchísimo
sabor para la casa imperial, hoy da una producción de unos 300 kg/ha. En la actualidad, de sus flores se extrae una sustancia que ayuda a
prevenir ataques del corazón.
Grabado del Emperador de la dinastía Ming Chongzhen, que se ahorcó en una Sóphora Japónica en 1644. |
En Beijing, el Parque Jingshan, cerca de la Ciudad
Prohibida, hay una Sóphora conocida como el “Árbol Guilty”, que es sin duda el árbol más famoso del parque, ya que
en él se ahorcó el último Emperador de la dinastía Ming, Chongzhen, quien se
ahorcó en 1644, cuando hubo un levantamiento popular.
Desde hace mas de 600 años, en el Jardín de las Sóphoras, situado en el palacio de los Ming, está la "Gran Sóphora de Oro", en el jardín 2, conocida como la "Sóphora Hongdong", lugar donde se celebran las ceremonias de los chinos que van a encontrar sus raíces y a conmemorar a sus antepasados.
La Gran Sóphora de Oro, se encuentra en el Jardín la Sóphora, en el jardín 2, llamada Gran Sóphora Hongdong. |
En Europa, en el patio interior
del Colegio Femenino de Arras, en Leuven, cerca de Bruselas, se encuentra el "árbol de la gran pena". Se trata de una
hermosa Sóphora Japónica o árbol de la miel (del S. XVIII) donde las numerosas
jóvenes se despedían de sus novios cuando debían regresar a sus habitaciones a las
19.00 horas.
LIBRO RECOMENDADO:
ÁRBOLES ESPECIALES DEL MUNDO.
(Remarkable trees of the world)
T. Pakenham. 2002.
Londres (Reino Unido)
Weidenfield & Nicolson.
ISBN
0-297-84349- 4
Este libro singular, bellamente escrito, complacerá a
todos los amantes de bosques y árboles.
Después del éxito de su obra Meetings
with remarkable res, centrada en Gran Bretaña e Irlanda, Pakenham se lanzó
durante cinco años a la caza de 60 de los más espectaculares árboles del mundo,
equipado con una cámara y con el entusiasmo de un explorador del siglo XIX.
El libro presenta gigantes, enanos y matusalenes del
mundo arbóreo, con algunos ejemplares ya bien conocidos junto a otros captados
por la cámara por primera vez. La publicación combina fotografías elocuentes
con un texto animado adornado con cuentos de intriga.
Pakenham cuenta, por ejemplo, que el mayor árbol
pagoda (Sóphora Japónica) fuera de China o Japón está en los Estados
Unidos, pero no está incluido en el Registro de Árboles Campeones Americanos
porque es una especie foránea. Habla también de un baobab hueco de Sudáfrica
que contenía un bar durante la fiebre del oro de 1880, al parecer con espacio
suficiente para acoger a 15 sedientos mineros alineados en la barra.
Bar dentro de uno de los árboles Baobab más grandes del mundo, de más de 6.000 años de vida y 22 metros de altura en la granja Sunland, en Modjadjiskloof, cerca de Johanesburgo. |
Mezclando hechos y leyendas, el autor muestra cómo
estos árboles están insertos en su entorno y en las vidas de quienes han
habitado junto a ellos. Esta celebración de la personalidad, la historia y la
identidad cultural de árboles hermosos forzosamente subraya la importancia de
su protección y conservación.
El capítulo final es un serio alegato a favor de los
árboles en peligro, que denuncia las amenazas del crecimiento humano, la
pobreza y la tala abusiva.
Bruno Alcaraz Masáts © 2013