Historia del símbolo de la Media Luna
Ubicación de Turquía y su bandera en el mundo mediterráneo. |
Turquía fue el primer país que usó la Media Luna como emblema y tiene su origen en la lucha sostenida en el 340 a. C., por los bizantinos y los macedonios, cuando Filipo, rey de Macedonia, en su pretensión de obtener la hegemonía de las polis griegas, asedió la ciudad de Bizancio.
Durante este asedio surgió la fábula de una intercesión de la diosa lunar Hécate, que agitó las antorchas en medio de la noche y descubrió el avance de las tropas de Filipo, rey de Macedonia.
Despertados por los ladridos de los perros de la ciudad, que reaccionaron ante el prodigio, los soldados de Bizancio se defendieron de manera victoriosa contra el ataque nocturno de los macedonios.
Medallón de la diosa lunar Hécate |
En recuerdo de este hecho, se erigió un monumento que sería el símbolo de la ciudad desde aquella época y fue la Media Luna, que aparecía en sus monedas y que en el siglo XV fue adoptado como emblema por los otomanos, tal vez en recuerdo de dicho acontecimiento.
Para pagar la ayuda de Atenas, los habitantes de Bizancio y de Perinto, concedieron a los atenienses el privilegio de precedencia en los juegos y en las ceremonias (excluidas las religiosas) y se erigieron estatuas con la Media Luna.
El origen de la leyenda de la Media Luna como estandarte de protección
Filipo, rey de Macedonia, en plena expansión, dirigió sus fuerzas hacia la ciudad de Bizancio, sometiéndola a sitio y sus generales le aseguraron que durante la noche y la oscuridad que facilitaban las nubes, podrían tomar al asalto la ciudad de Bizancio sin ser descubiertos.
El factor sorpresa sería el que convenciera a Filipo, ya que pensaban que así el enemigo turco no se defendería ni obtendría ventajas, dado que la vigilancia nocturna de las murallas que rodeaban Bizancio era menor.
Se acordó permanecer en silencio y atacar durante la noche, dirigiendo el grueso del ejército contra las murallas, escalando sus muros y torres, pero las nubes se abrieron en el cielo y la luz de una media luna descubrió la estratagema.
Moneda de Trajano acuñada en Bizancio con el emblema de la Media Luna y la estrella. |
Así, la Media Luna evitó la toma de Bizancio y los bizantinos agradecieron el gesto a la diosa lunar Hécate, cuyo símbolo, la media luna y la estrella, pasaron a ser el símbolo de la ciudad, siendo adoptada como el emblema de la ciudad y todo en ella, desde la ornamentación y arte, pasando por las joyas y armas, portaba la figura de esa Media Luna como distintivo de la ciudad de Bizancio.
Serían los turcos otomanos, al descubrir la decoración y el uso de la Media Luna y la estrella en la ciudad, los que quedarían fascinados al incorporarlas a sus banderas, dotándola de toda una serie de mitologías sobre sus poderes mágicos y de fuerza moral.
Estela del rey Ur-Nammu, en 2110 a. C., considerado el primer constructor der zigurats. |
Los arqueólogos sostienen que es un símbolo anterior a los otomanos, ya que en la III dinastía de Urik destacará el rey Ur-Nammu, en 2110 a. C., considerado el primer constructor de zigurats y creador de uno de los primeros códigos de leyes, en la conmemoración de sus construcciones, relacionado con la divinidad que está representada, ya figuraban la media luna (Inanna) y la estrella, siendo las celebraciones en su honor antes del comienzo de la primavera, en la última media luna creciente anterior a la primavera.
El uso de la Media Luna en el mundo musulmán
Estandartes de los mamelucos, en un manuscrito francés del siglo XIV, donde figuran la Media Luna y la Estrella, símbolos de la diosa lunar Hécate. |
951 años después, el símbolo turco de la Media Luna pasaría desde el pueblo el turco a los ejércitos árabes y a todo el mundo musulmán, para ser el primer símbolo del Yihad, la mal llamada Guerra Santa.
Diversas sectas islamo-musulmanas y numerosos mahometanos consideraron que la Media Luna poseía un poder para absorber la energía que desprendía al reflejarse en el agua.
Grabado donde un ejército cristiano se enfrenta a un ejército hispano-musulmán, que porta un escudo con la Media Luna y que empuñan las cimitarras o espadas árabes. |
Existe una antigua creencia musulmana de que si en un recipiente de plata, lleno de agua, aquella persona que quiera sentirse bañada y beneficiada de la luz de la Media Luna y de su fuerza interior, miraba el reflejo de la Media Luna en el agua durante un tiempo y después cerraba los ojos y se bebía esa agua, se imbuía de una fuerza interior de protección antes de iniciar una batalla.
Esta antigua creencia aun se usa en Arabia y se utilizó en los Califatos, y se decía que este ritual era bueno o beneficioso para los enfermos nerviosos o para los que tenían dolencias en el corazón.
El croissant no es una Media Luna
La costumbre de elaborar un tipo de bollería con forma de medialuna curva se remonta a una tradición árabe milenaria, que perdura hoy en día en los bollos dulces como el tchareke de Argelia o el kaab el ghzal de Marruecos.
La medialuna es también un emblema recurrente desde el Magreb hasta Turquía, el antiguo Imperio otomano.
Pero el origen del croissant provendría de una adaptación vienesa de ese símbolo, pero los acontecimientos que dieron lugar al nacimiento del Croissant tienen más de leyenda que con una realidad histórica comprobada. Los autores sólo coinciden en que apareció en Viena.
Croissant, en francés, quiere decir creciente, en el sentido de "cuarto creciente lunar" (fase creciente) y se refiere a la forma del bollo, no al hecho de que la masa crezca al fermentar.
La leyenda cuenta que el Croissant nace como uno de los actos festivos al salvarse Viena del sitio otomano a finales del siglo XVII.
En 1683, los soldados otomanos al mando del gran visir Kara Mustafá, después de conquistar la mayoría de las regiones a orillas del Danubio, sitian Viena, que después de Constantinopla habría sido la primera conquista importante en Europa, y deciden realizar durante la noche túneles para atravesar las murallas y así conquistar la ciudad con las tropas del visir Kara Mustafá.
Los panaderos, que trabajaban a esas horas, se dieron cuenta de esta amenaza y dieron la alarma, de tal manera que al final fueron los defensores los que tomaron por sorpresa a las tropas musulmanas obligándoles a retroceder.
Se dice que el emperador decidió condecorar a los panaderos vieneses por la valiosa ayuda ofrecida. Estos, como agradecimiento, elaboraron dos panes: uno con el nombre de "Emperador" y otro sería el "Halbmond", en alemán: "media luna", antepasado del actual croissant, como mofa a la media luna de la bandera otomana.
La Virgen de la media luna, grabado de Durero, inspirado en una obra anterior de Martin Schongauer. |
Bruno Alcaraz Masáts.