viernes, 1 de abril de 2005

3 Artículos Publicados en el
Primer Libro de Historia de Andalucía

- Córdoba, 1980 -
- I -
ARISTÓTELES
(-384 a.C/
322 a.C)

Al comienzo de su Metafísica, Aristóteles habla del asombro como origen de la filosofía. En las costas de Asia Menor, frente a la peninsula griega, se comenzó a plantear una actividad que, con el tiempo se llamaría "Filosofía".

Tres ciudades - Mileto, Éfeso y Halicarnaso - siguiendo el consejo de uno de sus ciudadanos que se dice se enriqueció con una cosecha de aceitunas, llamado Tales de Mileto, se unen en federación para poder resistir la amenaza del imperio vecino.

Los cambios en las estructuras sociales y en la mentalidad que estos ciudadanos experimentaron y el auge comercial de sus puertos, adonde arribaron barcos con relatos de otros mundos y con objetos de otras culturas del Mediterráneo, creó un nuevo ambiente cultural en el que emergieron las personas que expresaron, con sus textos, el cambio producido en la sociedad. Las personas que iniciaron ese cambio, conocidos bajo la denominación de "Presocráticos" son Tales (-640/-545), Anaximandro (-610/-657), Anaxímenes (-588/-544) y Heráclito (-535/-475).

Aristóteles se refiere a ellos como "los primeros que filosofaron" hasta la llegada de Sócrates, el primer gran mito filosófico, el primer gran silencio, llamado el gran martir del pensamiento por los intérpretes oficiales de las grandes falsificaciones, dado que Sócrates nunca escribió nada, no legó ningun texto.

Plutarco decía de Sócrates:

"Sócrates filosofaba sin poner bancos, ni sentarse en un sillón, ni fijar un horario de trabajo o de paseo a sus discípulos, sino incluso bromeando con ellos y saliendo a campaña con algunos y haciendo con ellos sus compras en el mercado, y por último, aun preso y al beber el veneno: siendo el primero que demostró que la vida admite filosofía a cualquier hora y lugar, en cualquier estado de ánimo y sencillamente en cualquier coyuntura..."

Así, "los primeros que filosofaron" fueron los ideólogos de una sociedad a la que lideraban y orientaban con sus pensamientos, con sus textos enseñaron a vadear rios, a orientarse en el mar sin tener que recurrir a un oráculo o al llamado sacrificio de los dioses, y a medir el tiempo.

La filosofía empezó siendo algo activo que pretendía organizar el mundo que habitaban, influyendo sus pensamientos en la convivencia de la sociedad. Al estar la filosofía unida en su inicio a la historia y sometida a los hombres y a los planteamientos de cada época, tiene la temporalidad como primacía.

De esa temporalidad nos quedan los textos donde se recogen las relaciones y significados en los que se basaba la filosofía. Estos tratados de filosofía colaboran a formular cuestiones permanentes que no encuentran nunca una respuesta definitiva y su marco de definición son:


1 - Estímulos reales
2 - Estímulos sociales
3 - Estímulos históricos
4 - Estímulos culturales

Así, el human, según estos estímulos, puede ser ciudadano de dos mundos: el mundo real y el mundo mental. El otro modelo que determina un cierto tipo de organización es la pirámide social denominada "Estado", donde la individualidad se teje en unas clases marcadas por un nuevo elemento esencial de todo este modelo y el la "Economía".

La filosofía entre los humanes tiene que servir para determinar el lugar que corresponde al individuo en el entramado social.

El humán primitivo inició la orientación de su vida dotándose de un conjunto de mitos y es frente al mito, aceptado por tradición, cuando surge la filosofía en la antigua Grecia. El filósofo pretende establecer un nuevo saber crítico y racional acerca del Universo.

Durante casi 2.000 años se mantendría esa pretensión del filósofo, que terminaría fructificando en la ciencia moderna. La tradición de la primera filosofía helénica condujo a la ciencia y la tradición estoica e hindú condujeron al hecho de que la preocupación por el sentido de la vida fuese aceptar lo inevitable y en este sentido se toma la acepción "tomarse las cosas con filosofía".

Los teólogos medievales expresaron la voluntad divina mediante una serie de normas que conformarían el denominado Derecho Divino, que sería la base de numerosas legislaciones humanas. Con la secularización del Renacimiento dicha concepción teológica se hizo debil e insostenible. Fue entonces cuando la "Naturaleza" pasó a ocupar el lugar de Dios. El iusnaturalismo se manifestaría en una serie de normas absolutas que constituiría el Derecho Natural.

En la Edad Media, la filosofía fue servidora de la religión. En Asia los filósofos eran los sacerdotes y los profetas de las religiones antiguas. De forma parecida, en la primera mitad del siglo XX hay pensadores que consideran a la filosofía como esclava de la ciencia.

La antigua religión de la India procede de un pasado prehistórico, se llama Hinduismo o Brahmanismo y aunque no fuesen filósofos en el más puro sentido de la palabra, si al menos representan el mayor número de filósofos o pensadores de influencia universal, a ellos se deben las cifras y el concepto matemático del cero. Sus libros sagrados, los Vedas, enseñan como doctrina la unidad del todo, manifestada especialmente en las leyes del espíritu.

- II -

LA FILOSOFÍA EN AL-ÁNDALUS

"Con ello se cerró en Córdoba
la puerta de la inteligencia,
porque los viles esclavos que
le sucedieron borraron todo
vestigio de la misma, y los
hombres de mérito, desesperados
de ello, se dispersaron por
todas partes, sin que quedase
en la capital ninguno importante"

-
Ibn Bassam -


El caudillo Almanzor había ordenado expurgar la biblioteca que reunió en Córdoba el califa al-Hakam II. La muerte de este califa representa el inicio del fin de un periodo de esplendor de la cultura andalusí.

Es con Almanzor cuando los sabios abandonan la ciudad, tras la guerra civil que da fin al Califato en 1.031 y que supone iniciar otro planteamiento de la cultura y de la filosofía de al-Ándalus.

Del periodo denominado como "florecimiento cultural" que se produjo en la época de los califatos de 'Abd-el-Ramhán III y de al-Hakam II se posee una amplia información que nos proporciona el historiador de la ciencia Sa'id al-Andalusí, almeriense del siglo XI, que habla de Ismail ben Badr, también llamado "El seguidor de Euclides", y que realizara un compendio de los ocho libros que la tradición árabe conoce como el "Organón" de Aristóteles, aunque la aparición de un pensamiento estrictamente filosófico se da a finales del siglo XI y comienzos del XII, cuando los filósofos árabes orientales de Bagdad y Damasco son invitados a permanecer en al-Ándalus.

Aunque se considera al teólogo cordobés Ibn Masarra (siglos IX-X), pensador del grupo de los "mu´tazili", un grupo de pensadores no homogéneos que apareció en Basra en el siglo VIII, denominados "los que se ponen aparte", cuyo objetivo era ampliar las fuentes del conocimiento religioso en defensa de los ataques que se hacían a la religión, como el primer filósofo andalusí, ya que se le atribuye la elaboración de un pensamiento basado en la mezcla de doctrinas teológicas y elementos neoplatónicos.

Con Ismail Ben Badr se inicia el conocimiento de Aristóteles y de sus doctrinas lógicas en al-Ándalus. Así, Sa'id Ben Fathun sería autor de una obra de introducción a la filosofía. Junto a ellos, surgen una serie de filósofos receptivos a la filosofía griega y árabe oriental.

Maslama ben Ahmad, matemático y astrónomo madrileño, introdujo a comienzos del siglo XI las "Epístolas de los Hermanos de la Pureza", una verdadera enciclopedia de 52 epístolas divididas en cuatro secciones: Lógica y Matemáticas, Ciencias físicas, Metafísica y Astrología y Mística, que abarcan desde las matemáticas a la filosofía, pasando por ciencias como música, mineralogía, botánica y alquímia. Su discípulo, el nonagenario al-Kirmani, fue un hombre de gran aceptación por su interés por el estudio y difusión de las ciencias especulativas.

En este siglo XI, en la primera mitad, surge la figura del cordobés Ibn Hazm, aunque más teólogo que filósofo, sería un gran polígrafo. Su obra ocupa lugar de preminencia en la historia de la filosofía árabe por el grado de desarrollo que alcanzó el pensamiento andalusí.

La aparición de las Taifas convierte a las principales ciudades andalusíes en centros intelectuales que continúan recibiendo a los filósofos árabes orientales y que acceden a la filosofía helénica bien por hacer sus propias traducciones o por recibir las obras de Avicena y sus primeras interpretaciones de Aristóteles.

Toledo, Zaragoza y Tarazona son el punto de referencia de la nueva cultura que emerge en al-Ándalus, hasta que Córdoba recupera su primacía como foco de irradiación con Maimonides y Averroes.

Se sabe que en 1.065 el judio zaragozano Abu l-Fadl Hasday estudió la Física de Aristóteles y en Tarazona se comenzó en la misma época a estudiar y analizar en su Escuela de Traductores el tratado "Sobre el cielo" de Aristóteles, lo cual indica que ya estaban las copias de los textos originales de la filosofía helénica en poder de algunos pensadores y traductores de al-Ándalus, así como que Ibn al-Sid de Badajoz intervino en 1120 en una polémica sobre la necesidad de armonizar filosofía y religión con teólogos católicos y hebreos en la ciudad de Toledo.

La obra de Abu Salt de Denia, que escribió "Rectificación de la mente", un compedio de lógica y de su desarrollo, da inicio, a comienzos del siglo XII, a la gestación de la filosofía andalusí con el nacimiento de los tres grandes filósofos de al-Ándalus:

- Avempace, de Zaragoza, que murío en 1138 en Fez, al parecer envenenado.

- Ibn Tufayl o Abentofail, de Guadix (Granada), que murió en 1185 en la Corte de Marrakech, siendo enterrado con honores oficiales.

- Averroes, de Córdoba, que murío el 10 de Diciembre de 1198 en la Corte de Marrakech, siendo enterrado en las afueras de la ciudad y, posteriormente, su cadáver sería trasladado a Córdoba.

- III -
Abd al-Rahman III ' al-Nasir

(?, 891-Córdoba, 961)


Emir (912-929) y primer califa omeya de Córdoba (929-961).

Adoptó el sobrenombre de al-Nasir (El Conquistador)


Nieto de Abd Allah, emir de Córdoba y miembro de la dinastía omeya, que antaño había regido el califato de Damasco (661-750), fue designado por su abuelo heredero al trono en razón de su inteligencia, perspicacia y tenacidad.

A la muerte de aquél, en el 912, Abd al-Rahman III, con veintiún años, asumió el gobierno de un emirato cordobés prácticamente desmembrado por numerosos conflictos internos y amenazado por los cada vez más poderosos reinos cristianos peninsulares.

A fin de pacificar el territorio y consolidar su poder, derrotó a los Banu Hyyay, sometió el principado de Sevilla a la obediencia cordobesa (917) y acabó con la rebelión de Umar ibn Hafsun y sus hijos, que habían controlado, durante treinta años, la serranía de Ronda desde su guarida de Bobastro (928).

Estas victorias dieron un gran prestigio a Abd al-Rahman III, quien, en el 929, a semejanza de sus antepasados, los Omeyas de Damasco, se proclamó califa, título que aunaba la autoridad política y la religiosa, y adoptó el sobrenombre de al-Nasir (el Conquistador).

A continuación, recuperó el control sobre el territorio de Badajoz, gobernado por Ibn Marwan (930), y aplastó la endémica rebelión de la ciudad de Toledo, tras un asedio de dos años que privó de alimentos a los toledanos y les obligó a rendirse (julio de 932).

Además, convirtió el califato de Córdoba en una potencia marítima, gracias a la creación de una importante flota con centro en Almería, que le permitió conquistar las ciudades marítimas de Melilla (927), Ceuta (931) y Tánger (951), así como establecer una especie de protectorado sobre el norte y el centro del Magreb, aunque la expansión del califato fatimí de Egipto, en el norte de África, redujo considerablemente la influencia omeya en esta región (958-959).

En cuanto a las relaciones con los reinos cristianos del norte, Abd al-Rahman III no tuvo problemas para mantener a lo largo de su dilatada vida la hegemonía cordobesa sobre la península Ibérica, a pesar de la derrota que Ramiro II de León infligió a las tropas califales cordobesas en Simancas (939), debida esencialmente a la deserción de la nobleza árabe.

En el 920, el soberano andalusí venció al rey Sancho Garcés I de Navarra en Valdejunqueras, y cuatro años después saqueó Pamplona; en el 950 recibió en Córdoba a una embajada enviada por Borrell II de Barcelona, por la que el conde catalán reconocía la superioridad califal y le pedía paz y amistad.

Entre los años 951 y 961, no dudó en intervenir en las diferentes querellas dinásticas que debilitaron la monarquía leonesa durante los reinados de Ordoño III, Sancho I y Ordoño IV, dando su apoyo a una u otra de las partes en litigio según la coyuntura política de cada momento.

En el transcurso de su califato, Abd al-Rahman III no sólo convirtió Córdoba en el centro neurálgico de un nuevo imperio musulmán en Occidente, sino que hizo de ella la principal ciudad de Europa, rivalizando a lo largo de más de un siglo (929-1031) con Bagdad, la capital del califato abasí, en poder, prestigio, esplendor y cultura.

El califa omeya embelleció Córdoba, empedró e iluminó las calles, dotó la ciudad de numerosos baños públicos y de cerca de setenta bibliotecas para disfrute de una población cercana, según unos autores, a 250.000 habitantes y no superior a las 100.000 habitantes, según otros autores; fundó una universidad, una escuela de medicina y otra de traductores del griego y del hebreo al árabe, hizo erigir la Gran Mezquita y, en las afueras de la urbe, en Sierra Morena, ordenó construir el extraordinario palacio de Medina al-Zahra, del que hizo su residencia real, como centro político separado de la ciudad de Córdoba, hasta su muerte.

Bruno Alcaraz Masáts
Artículos y biografía publicados
en el primer libro de Historia de Andalucía
(Texto escolar para II Ciclo de Primaria)
editado por una Comunidad Autonómica
Viva Andalucia Viva - Córdoba - 1980
I Congreso de Historia de Andalucía