sábado, 7 de mayo de 2011

La medina zirí de Granada
La Alhambra y la zona de la Medina de Granada.
Fotografía de Rambutan, por cortesia de TripAdvisor,
tomada desde El Albayzín, en primer plano.

La expansión urbana de la ciudad de Granada, durante la dinastía zirí, se desarrolló hacia la parte baja de la ciudad y daría, 30 años después, a toda una serie de nuevas edificaciones erigidas sobre un nuevo trazado urbano con numerosas calles estrechas y plazas que formarían la Medina de Granada, erigida en el interior de una nueva muralla que la rodearía y que se asentaba sobre unos terrenos de la Vega de Granada, que tenía un perímetro irregular.

La ciudad zirí de Granada constaba de un núcleo central, la Medina, extendida en la planicie bajo la colina de San Miguel, en la ribera derecha del río Darro y esta Medina de Granada estaría constituida por 26 barrios sobre dos ejes principales viales, la calle Elvira y el Zacatín.

El río Darro dividía la Medina en dos núcleos con nuevos poblamientos, así, en la margen derecha del río Darro se erigieron quince barrios, como el Zenete, Elvira y la Aljama, entre otros, y en la margen izquierda once barrios, como Almanzora, la Churra, Axabín y el Mauror.

Plano de la Granada árabe, por Luis Seco de Lucena - Año 1910. 
La zona baja del plano era la extensión de la Medina de Granada.
Como en el Albayzín, las viviendas particulares tenían fachadas exentas de decoración, lisas, protegidas con celosías de madera y ajimeces o miradores volados, en donde la decoración interior solía ser de mármol, escayolas y yesos en sus paredes y con una fuente o una alberca en el patio, numerosas alfombras y tapices y otros elementos que denotaban que las fachadas principales estaban en el interior de las viviendas, no en el exterior.

Antigua postal de 1907 de la Abadía del Sacromonte,
donde se ve la Alhambra, a la izquierda,
y la zona de la Medina al fondo. 
Según el arquitecto y arqueólogo Leopoldo Torres Balbás, ‘’las casas de la Medina hablaban de la afición de sus habitantes por el aislamiento, a la vida íntima y recatada’’.

Exceptuando la Alcaicería, cuyas calles estaban trazadas con rectitud excepcional, siguiendo en paralelo al trazado rectilíneo del Zacatín, las sinuosas calles de la Medina se distribuían en 26 barrios, algunos amplios, llamados hara, como el de los tawwabín, o ladrilleros, que tenían además de las viviendas su mezquita de barrio, su escuela primaria, sus baños, su horno, etc.; otros barrios reducidos, formados por sólo dos o tres callejas, se abrían al exterior por una única puerta o paso, denominándose adarves.

La Medina se caracterizaba por contener en su interior los edificios emblemáticos de la Mezquita Mayor, la Madraza o alta escuela oficial, los principales zocos, así como las alhóndigas y los baños importantes, cuya calle principal entre la Medina y el Albayzín era la calle Elvira que unía la Puerta de Elvira con la plaza de los Leñadores (hoy plaza de San Gil), junto a plaza Nueva y que, por el antiguo acceso, continuaría, en época nazarí, hasta la Alhambra. La plaza principal de la Medina se situaba frente a la Mezquita Mayor y el hábitat dentro de la Medina era denso, con escasos espacios libres o casi carente de terrenos cultivados.

Los arrabales situados a extramuros de la Medina sí que disponían, en cambio, de zonas libres y huertas, como la Huerta Alta en la Alcazaba antigua. Esas huertas de antaño se denominaron en muchos casos en árabe con la palabra kararn (viñas), de donde se generalizó el nombre de Carmen, que, en Granada, sigue designando las casas con huerto y jardín.

A partir del siglo XIII, con la instauración de la dinastía nazarí, con Alhamar como fundador, conoció la Medina de Granada un tiempo de florecimiento en sus aspectos de expansión y demografía, con la aparición de nuevos barrios y nuevos arrabales o barrios a extramuros de la Medina.

La Medina de Granada tuvo una muralla con diecinueve puertas y diversas torres, que estaba rodeada de arrabales y la sensación de abundancia que producía la ciudad venía determinada por todo un cinturón de arboledas, jardines y huertas privadas que cercaban la muralla, donde la admiración crecía al punto de contemplar la Vega con sus tierras de pan, que eran sembradas todos los años y las numerosas alquerías, huertas, molinos y vergeles.

En las medinas, se levantaron toda usa serie de edificios característicos, como la Mezquita Aljama, La Madraza, el funduq o Alhóndiga Yidida, la Alcaicería y las rábitas y una serie de estructuras como fueron los mercados o zocos, los molinos, los hornos y los baños.
 
Grabado sobre madera dibujado por H. Catenacci ,
grabado por C. Barbant en 1878.
Si tras las puertas de las murallas se abrieron nuevos espacios utilizados para diversas actividades públicas como mercados, a extramuros de la Medina se situaron los cementerios, siendo el más importante el que quedaba al exterior de la Puerta de Elvira, que se llegó a proteger con una cerca y puertas torreadas.

Las transformaciones cristianas de la Medina de Granada se iniciaron en el siglo XV y casi todos los edificios fueron demolidos o algunos destinados a un nuevo uso.

En el siglo XVI, la Medina de Granada sería sometida a toda una serie de desarrollos que resultaron de la superposición de nuevos organismos sobre la estructura nazarí, como un auténtico urbanismo de ocupación del que, sustancialmente, se conservó una parte importante de la estructura vial de la Medina y sus arrabales, quedando tan sólo una serie de edificios, como La Madraza y el Corral del Carbón, y una serie de casas moriscas y mudéjares como ejemplo específico de una forma de la vida medieval de la Granada musulmana, donde la intimidad y la arquitectura impresiona y magnetiza aun.

Libro recomendado:

PLANO DE GRANADA ÁRABE
por Luís Seco de Lucena.
Imprenta de El Defensor de Granada.
Reyes Católicos, 8, principal.
1910
Reproducción faccsimil de la edición publicada en 1910
Reeditado en 1982 por:
Los Libros del Caballero Andante - Nº 3
Editorial Don Quijote.
ISBN 84-85933-14-1
Bruno Alcaraz Masáts