viernes, 12 de noviembre de 2010

El origen de la Granada en al-Ándalus

La granada recibe el nombre científico de Punica granatum
Según la mitología griega, el primer granado fue plantado por Afrodita, diosa griega del amor y de la belleza, mientras que el dios del infierno Hades, le ofreció su fruto a la bella Perséfone para seducirla. El granado es un árbol consagrado a Afrodita en Grecia y a la diosa Rimmel en Siria.

El fruto es originario de una amplia región que abarcaba la antigua Persia, Siria, Kurdistán y Afganistán hasta el norte de India, en la cordillera tibetana, y fue adaptado a la región del mar Mediterráneo, siendo Armenia el lugar del que existe un documento del siglo VII que indica que la granada ya se cultivaba en Yerevan desde la Antigüedad.
La Granada, grabado de Hans Simon Holtzbecker,
publicado en 1649.
Los fenicios o púnicos, y de ahí su nombre científico de Punica Granatum, fueron los grandes mercaderes de la antigüedad, contribuyeron mediante el intercambio o trueque de mercancías que ellos mismos producían y el transporte de las elaboradas por otros pueblos, a crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas y más aún entre las formas artísticas del mundo antiguo, por imitación, fusión y difusión de ellas, exportaron la granada a Roma.

Dioscórides cita que en la antigua ciudad de Roma se la llamaba Pomi Granati o Pomi Malum Granati. Malum era la manzana y Granatum significaba que grana bien o era abundante en granos.


2000 años a.C. 
antes de la cita por Dioscórides, sus virtudes eran conocidas en Egipto por su comercio de caravanas con Siria.

Bodegón con granada y peras, oleo de Paul Cézanne,
pintado entre 1885 y 1890.
Los árabes introdujeron en al-Ándalus nuevos árboles frutales y plantas desconocidas, entre otras,  la caña de azúcar, el  arroz y la granada, que sería un tiempo después el símbolo del reino de Granada.


Bandera nazarí con el símbolo de la granada

El rey Enrique IV la adaptó como su emblema con el lema Sour but sweet; Ana de Austria, su hija y madre del rey Luis XIV, la adaptó con diferente lema, My worth is not in my crown y Catalina de Aragón adoptó la granada como símbolo.

La historia musulmana recoge, en forma de leyenda, que al regreso de un viaje a Siria, Mu'awiya ben Salih, juez de Córdoba en el siglo VIII, presentó a Abd al-Rahman I algunos regalos que para el Emir de Córdoba le habían entregado sus amigos de Siria. 

Entre estos regalos se hallaba una rama de granado, conocido después en al-Ándalus con el nombre de safarí por Safar, uno de los presentes en el lugar, que cuidó la rama de granado hasta obtener fruto.

El granado safarí es un exponente del proceso de siriarización en al-Ándalus, ocurrido a mediados del siglo VIII.


Entre las recetas 
que se elaboraban en al-Ándalus con granada, se conservan varias, entre ellas figuran:

El Sirope de Granadas, que se hacía con el zumo de granadas dulces y ácidas, mezclado con un poco de azúcar o miel y cocinando hasta conseguir el espesor del sirope. Después, se cocinaban las granadas y se les añadía otra vez azúcar o miel hasta obtener el definitivo sirope.

El Jugo de Granada se elaboraba con granadas maduras, a las que se añadía un poco de limón, azúcar o miel y agua de rosas.

Faisinjan era un cocido con granadas que se elaboraba en al-Ándalus y la sopa de granadas que se elaboraba era de origen persa.

Inb Said, en su obra
''Bayan al Mugrib'', escribió una bella narración de cómo aclimataron algunas de estas plantas exóticas, y cómo fue el origen de la granada en al-Ándalus:


"De entre los parques de al-Ándalus mencionaremos en primer lugar el que perteneció a los califas omeyas, a saber, el del alcázar de la Ruzafa.


Refirió mi padre: entre las construcciones que llevó a cabo Abd al-Rahman ibn Muawiya, Abd al-Rahman I, a principios de su reinado, para hacer de ella lugar de esparcimiento y habitar allí buena parte de su tiempo, se encuentra la almunia de la Ruzafa, situada al noroeste de Córdoba.


Allí tuvo un hermoso palacio y situó amplios jardines a los que hizo traer plantas exóticas y magníficos árboles procedentes de las regiones más diversas. En ellos plantó los huesos de frutas seleccionadas y las semillas extrañas que le habían traido Yazid y Safr, sus embajadores en Siria, hasta que crecieron, en un breve espacio de tiempo, gracias a los series esfuerzos y cuidados adecuados, árboles tocados con el turbante en sus hojas, que dieron curiosos frutos y diseminaron, en breve, por toda la tierra de al-Ándalus. El monarca reconoció que estos frutos eran los mejores de su especie.


Su abuelo Hisham fue quien acuñó el término de Ruzafa, aplicándolo a una zona de Siria que era su favorita.
Abd al-Rahmán I la imitó al elegir el asentamiento de esta Ruzafa suya: se prendó de ella, la visitó con frecuencia y residió allí la mayor parte del tiempo. (...)

La granada safarí que se difundió por todos los confines de al-Ándalus, de tal modo que los habitantes de este país la preferían a todas las variedades restantes, tenía su origen en esta Ruzafa. 

Ibn Hayyán, expone cuanto a ella se refiere:





esta variedad se distingue por su calidad, siendo la mejor
de todas las especies de granada por su sabor dulce,
su tacto suave, su carácter especialmente jugoso
 y la belleza de su forma.

La trajo a al-Andalus el embajador enviado a Siria por Abd al-Rahmán I con el encargo de entrar en contacto con su hermana, el cual había traído los mejores ejemplares de granadas de la Ruzafa siria, cuya fundación se atribuye a su abuelo el califa Hisham. Abd al-Rahmán la mostró, entonces, a los hombres de su privanza, poniendo de relieve su belleza. Entre los presentes se encontraba Safr bin Ubayd al-Kilai (...).

El monarca le entregó una parte de estas granadas y él quedó maravillado ante su hermosura y quiso hacer una experiencia con ellas. Las llevó, entonces, a una alquería situada en la cora de Rayya (Málaga).

Allí manipuló sus semillas y se las arregló para plantarlas, alimentarlas y trasplantarlas hasta que surgió un árbol que dio fruto y éste, a su vez, maduró. Safr, entonces, arrancó los frutos de cuajo, quedando asombrado ante su belleza y se dirigió con ellos inmediatamente a presencia de Abd al-Rahmán, quien pudo comprobar que eran semejantes, en todo, a los de la Ruzafa
(siria).

El emir le preguntó cómo lo había conseguido y Safr le informó del procedimiento que había utilizado para obtenerlas. El monarca, entonces, admiró su descubrimiento, apreció sus esfuerzos, le dio las gracias por la tarea que había llevado a cabo y recompensó generosamente su regalo. Acto seguido se plantó aquella granada en la almunia de la Ruzafa y en otros jardines de su propiedad.

Aquella especie de granada se difundió y el pueblo cultivó las plantaciones de esta índole y atribuyó su origen a Safr ya que, desde entonces y hasta ahora es conocida como granada safarí''.
Esquema de la granada en un plato de la cerámica de Fajalauza.
Bruno Alcaraz Masáts